Escribe: Marcelo Duclos*.-
Nueva York se descapitalizará y los que más pagarán el precio del error son los trabajadores que Zohran Mamdami pretende favorecer. (Archivo)
El alcalde electo predica todas las cosas que van a contramano de la tradición estadounidense. Pero también van en contra de los supuestos objetivos que pretende obtener. La desilusión es inevitable.
Antes de extender la pregunta planteada en el título, como sucede en los engorrosos y tramposos artículos que buscan retener al lector en un texto que no les interesa, la respuesta es “no”. Nueva York seguirá allí, con su estatua y su impronta, cuando el alcalde electo Zohran Mamdami deje su cargo. Lo que sí es necesario anticipar es que la ciudad más famosa del mundo estará considerablemente peor de lo que está ahora. No hay que ser un adivino para prever estas dos cosas.
¿Por qué Mamdami, más allá de sus intenciones, pero por el resultado de su accionar no podrá “destruir” a Nueva York? Por las instituciones estadounidenses. Esas que fueron sólidas hasta cuando la justicia tuvo que frenar a los presidentes de turno.
Si Franklin Delano Roosevelt no hubiese lidiado, por ejemplo, con una Corte Suprema de Justicia que supo decirle que no a cuestiones relevantes, otra sería la historia. Estas trabas son fundamentales hasta para con los presidentes y políticos que uno respalda. Que Donald Trump no tenga ninguna posibilidad de un tercer mandato no es una mala noticia, aunque no lo puedan comprender sus partidarios hoy. A la larga, las instituciones son las que ponen los frenos y contrapesos para que nada se “destruya”. Claro que eso no quiere decir que la democracia no tenga sus ciclos de fomento del retroceso y del atraso. Mamdani será garante de estas dos últimas cosas.
Para el que se pregunte cómo un estadounidense, en la cuna del capitalismo, puede votar un alcalde abiertamente socialista, aunque no tengo la respuesta, sí puedo contarles una anécdota constructiva en materia informativa. Me tocó estar en Nueva York para una elección de medio término y salí a entrevistar a los ciudadanos en un centro de votación. Más allá de lo curioso de lo predecible en materia de distinción visual entre demócratas y republicanos, lo cierto es que me llamó mucho la atención el razonamiento del votante “progresista”. Apenas les acercaba el micrófono comenzaba una proclama digna de la izquierda kirchnerista. Ni siquiera del peronismo o del kirchnerismo en términos generales. Dije bien, de la “izquierda del kirchnerismo”. Gente articulada, bien vestida, en óptimas condiciones de higiene y amables en el trato. Sin embargo, el razonamiento era el del ABC populista que podría tener sintonía hasta con el discurso del chavismo.
La pregunta es si estos neoyorkinos se “bancarán” el resultado de la aplicación de estas políticas cuando se evidencie la disonancia entre los medios y los fines.
En grandes rasgos, lo que propone el primer alcalde musulmán de Nueva York es la acción sobre las consecuencias de las problemáticas, ignorando e incrementando las situaciones que generan los resultados que él repudia. Hablando en español en sus spots publicitarios para el público latino, Mamdami propone “congelar” los precios más relevantes (como los alquileres) para que las personas no tengan que destinar demasiados recursos para pagar la mensualidad de la vivienda. Claro que, además de los “congelamientos” de precios, no podía faltar la típica propuesta de las cosas directamente “gratis” como el transporte para los trabajadores.
Argentina tiene una larga experiencia en materia de evidencia empírica para mostrarle a los habitantes de Nueva York su futuro mediato: lo único que se podrá “congelar” es el precio formal del alquiler, mientras que la diferencia se pagará “en negro” (concepto que están a punto de conocer y no tiene absolutamente nada que ver con lo racial). Claro que, como se desincentivará la construcción de nuevas viviendas, el sector privado irá a hacer negocios a otros estados. El federalismo de EE.UU., que fomenta varias competencias como la fiscal, se ocupará de dejar en evidencia el nuevo fracaso del socialismo. Nueva York se descapitalizará y los que más pagarán el precio del error son los trabajadores que Mamdami pretende favorecer. Ni hablar si se avanza con la “gratuidad”, ya sea en el sector del transporte o cualquier otro. En el que se aplique, espera la decadencia y el desastre.
La retracción del capital en la economía de Nueva York sí beneficiará a los trabajadores, pero de los otros estados. Allí surgirá nueva inversión y se incrementarán los salarios. Esta es la única receta para que las personas ganen poder adquisitivo: que perciban más de lo que precisan gastar. Esto se hace con mejores sueldos, pero también con economías dinámicas que bajen los costos unitarios de los productos que se ofrezcan.
¿El desastre se consumará pronto o después? ¿Tendrá dos mandatos o no podrá ni terminar el primero? Esas son preguntas sobre las cuáles opinar sería hacer futurología. Lo único seguro es que Nueva York seguirá estando en el mismo lugar de siempre. Más decadente y pobre, pero con toda su historia detrás, y el próximo alcalde representará todo lo contrario. Tan notorio será el daño que hasta incluso podría llegar a ser un republicano duro, en un distrito demócrata por excelencia. Lamentablemente, todo parece indicar que esta era una experiencia que tenía que vivir la gente en Nueva York para conocer finalmente las “virtudes” del falso “socialismo democrático”. Que les sea leve…
* Marcelo Duclos, nació en Buenos Aires en 1981, estudió periodismo en TEA y cursó la maestría de Ciencias Políticas y Economía en Eseade. Excolumnista de opinión invitado de Perfil, Infobae, entre otros medios. Fue productor de POP Radio y encargado de noticias, docente de Estructura Económica Mundial y responsable de comunicación de la F. Naumann entre 2010 y 2022. Aficionado a la gastronomía, el mundo del vino y actualmente estudiante de sommelier. Músico y coleccionista de Queen.
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