No podía haber sido más trágico el final de Esperanza, lal joven prepago que disfrazada de Caperucita roja terminó en la suite de un hotel, haciendo el amor, con su propio padre, disfrazado de lobo feroz. A continuación, les entregamos el final de esta historia real que forma parte de las muchas que se publicaron en la novela “El Imperio del terror” de Luis Hernando Granada C.
En la Clínica de reposo donde Esperanza había sido recluida por orden de las autoridades competentes, una señora elegantemente vestida pero de negro, esperaba ser atendida por la psiquiatra que conoció el caso de Esperanza. Luego de algunos minutos, una enfermera habla con la señora:
—Señora, la doctora la espera, siga por favor…
—Gracias.
Ya en el interior del consultorio:
—Doctora muy buenos días, mucho gusto, soy Graciela Tovar, la madre de Esperanza Fandiño.
—Sí señora, mucho gusto, soy la Doctora Carmen Farfán y permítame en primer lugar le expreso mis sentidas condolencias por la trágica muerte de don Ernesto.
—Gracias, muy amable, fue terrible. ¿Cómo se encuentra mi hija?
—Señora Graciela, lamento no poderle dar buenas noticias, pero el caso es delicado. Esperanza presenta alteración del comportamiento. La valoración de la entrevista en la sala de clasificación fue imposible por la agresividad manifiesta y permanente. En las urgencias psiquiátricas es importante el diagnóstico etiológico de estos episodios.
—¿Cómo pudo caer mi hija en esta situación?… ¿Alguna droga alucinógena?
—No, no se encontró Intoxicación por alcohol, drogas o fármacos, pero se encuentra en un estado de Delirium o cuadro de confusión agudo. Sufre de alucinaciones visuales, donde recuerda las escenas grotescas con don Ernesto. La verdad hasta el momento no se le ha podido sacar una sola palabra y repite constantemente lo mismo: “Yo lo maté”, “yo lo maté”. Si se le pegunta a quién mató, repite lo mismo: “Yo lo maté”, “yo lo maté…”
—¿Existe de pronto otra enfermedad que la hubiera podido conducir a hacer lo que hizo?
—No, tampoco; en la exploración física no presentó fiebre, taquicardia, taquipnea, sudoración o temblor. Tampoco en las exploraciones complementarias se encontraron alteraciones en la analítica ni en las pruebas de imagen. Cuénteme una cosa doña Graciela: ¿Existieron en Esperanza antecedentes psiquiátricos?
—No, no señora, para nada. Ella era una hija modelo, juiciosa, pocas amigas, pocos novios, lo único que venimos a descubrir era que hacía tres meses dejó de asistir a la Universidad.
—Bueno Doctora, le pido que sea honesta conmigo; lo que ha pasado ha sido terrible, pero sigo y seguiré siendo su madre… ¿Qué posibilidades hay de que mi hija recupere el juicio?
—Es una pregunta que no le puedo responder. Se está haciendo todo lo que indica el protocolo en estos casos, pero lamentablemente, dada su agresividad, nos tocó aislarla en una habitación especial.
—¿Pero por qué?
—Porque atacaba a las otras internas; por eso se le encerró en una habitación especial, más segura…
—¿Más segura?… ¿Ha intentado escaparse?
—No, pero al comienzo se estuvo dando fuertes golpes en la cabeza contra la pared; lo hacía también contra el piso; la habitación de ella está acondicionada especialmente para evitar un posible suicidio. Estos cuadros clínicos pueden desencadenar en eso. Las paredes están acolchonadas y el piso es de madera blanda.
—¿La puedo ver Doctora?
—Le podría permitir verla, pero no podría hablar con ella. Si quiere la hago conducir a la habitación para que la vea a través de una pequeña ventana; si intenta hablarle, ella no la escuchará ni la verá porque es un vidrio especial. Yo le sugiero que se aguante esas ganas de verla mientras adelantamos el tratamiento que necesita. De pronto reacciona, pero siento decirle que es un caso prácticamente irreversible…
—¿Me está diciendo que mi hija está loca y que no se va a recuperar?
—No lo estoy aseverando; solo lo menciono para no crearle falsas expectativas. Entienda lo que por cosas del destino sucedió entre ella y don Ernesto.
—Sí, lo sé, pero me duele la situación de mi hija.
—Lo sé doña Graciela, pero oremos y esperemos un poco. Si no se recupera, nos toca obligatoriamente dejarla acá.
—Doctora, me voy muy triste, pero solo me queda esperar un milagro.
—Sí doña Graciela, así es.
Así terminaba la entrevista entre la madre de Esperanza y su Psiquiatra tratante. En el fondo, en una pequeña habitación, Esperanza dormía continuamente a causa de los sedantes que le suministraban.
NOTA: Esta y otras historias escalofriantes, fueron incluidas en la novela “El Imperio del terror”.
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N. de la R. Lo publicado anteriormente son fragmentos de la novela “El Imperio del terror” de Luis Hernando Granada C. y la historia está basada en hechos reales sobre diversas y crueles situaciones que han vivido muchas jovencitas que, motivadas por el deseo de convertirse en modelos, terminan en el mundo de la pornografía.
SOBRE LA OBRA: “El Imperio del terror” es una novela de 400 páginas, producto de 40 años de investigación que narra varias historias que dejan al descubierto las malas actuaciones y las aberraciones de brujos, parapsicólogos, pastores, médicos, políticos corruptos, casas de modelos falsas y otra serie de personajes siniestros, garantizando en la misma cero ficciones.
SOBRE EL AUTOR: Luis Hernando Granada C. es periodista, publicista y escritor con más de 50 años de experiencia, fue subdirector de la Revista El Congreso, ex Director y colaborador de varios medios de comunicación escritos, impresos y digitales. Autor además de los libros “¿Y cómo es la vuelta?” y “La gran farsa de la izquierda”; fundador y propietario de www.visiontolima.com y del blog https://literatosenlinea.blogspot.com/ y Gestor Cultural del Tolima.
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