Escribe: Luis Hernando Granada C.*.-
Colombia está sitiada por la delincuencia; desde grupos narcoterroristas hasta vándalos y sicarios en las ciudades, harán que esta Navidad sea negra gracias al apoyo y la complicidad del psicópata y genocida Gustavo Petro.
La sonrisa, la felicidad, la paz y la esperanza en un futuro mejor, que se vivía antaño por la época navideña, se ha extinguido en más de la mitad de los rostros de los colombianos. Y se ha extinguido como consecuencia de las criminales acciones del psicópata y genocida Gustavo Petro, alias “Cacas”.
Pero antes de entrar en materia, detengámonos un poco para definir a este siniestro personaje, según el diccionario de la RAE:
Psicópata: Un psicópata es una persona con un trastorno de la personalidad –a menudo llamado Trastorno Antisocial de la Personalidad–, caracterizado por una profunda falta de empatía, remordimiento o culpa, combinada con rasgos como egocentrismo, manipulación, impulsividad y desprecio por las normas sociales y los sentimientos de los demás, lo que puede llevar a conductas antisociales o delictivas, utilizando su falso “encanto” –o populismo–, para aprovecharse de otros sin sentir la más mínima consideración y respeto.
Genocida. Un genocida es la persona que comete un genocidio, es decir, el exterminio o aniquilación sistemática de un grupo humano por motivos de raza, etnia, religión, nacionalidad e intereses mezquinos, con la intención de destruirlo total o parcialmente, según la definición legal internacional y de la RAE. El término se aplica a quien perpetra estos actos, siendo también un adjetivo que describe algo relacionado con el genocidio, como un “gobierno genocida”.
Petro, que no cuenta con una hoja de vida respetable sino con un prontuario delictivo desde la edad de 17 años, puede acomodarse o catalogarse fácilmente dentro de estas dos aberraciones, es decir, un psicópata y genocida.
Debo confesar, que resulta muy difícil relacionar con cifras exactas, los desmanes, masacres, crímenes de lesa humanidad, las aberraciones personales y la capacidad delictiva de este oscuro personaje que poco a poco ha venido saqueando el país para su enriquecimiento personal y el de sus secuaces. Y eso lo citaba en mi libro “La gran farsa de la izquierda” al afirmar que los comunistas, socialistas o progresistas, pregonan luchar contra la oligarquía mientras ellos se vuelven oligarcas.
Si hablamos de masacres –con cifras aproximadas–, con corte al 10 de diciembre de 2025 –solo del 2025–, se habla de 76 masacres con un promedio de 250 víctimas. Según el observatorio de DDHH y conflictividades de Indepaz se entiende por masacre como el homicidio intencional y simultáneo de varias personas (3 o más personas) en estado de indefensión, por un mismo autor, y en iguales circunstancias de modo, tiempo y lugar.
Pero los homicidios, en lo que va corrido del “gobierno” Petro superan la cifra de los 40.000 asesinatos, que obviamente dejan en claro que la “paz total” no es más que un cuento, una patraña, un caballito de batalla, entendiendo de paso, que Petro es más falso que una moneda de cuero.
Un poco más claramente, durante los primeros tres años del “gobierno” del psicópata y genocida Gustavo Petro, se registraron 40.663 homicidios en el país. Así lo confirma el más reciente informe del Centro de Paz y Seguridad Externadista, en cabeza de Andrés González.
Obviamente hay un deterioro en materia de seguridad, pero ese deterioro no es por efectos del azar, sino que se debe a la mente perversa yy criminal del psicópata, que aparte de haber diezmado las fuerzas armadas del país, ha patrocinado a los narcoguerrilleros del eln, las farc, el clan del golfo, el tren de Aragua, los vándalos de la primera línea, los indígenas con sus “guardias”, o sea, los mismos que se han convertido en sus colectivos, en los vándalos y activistas que le sirven y apoyan sus “estallido sociales”.
De acuerdo con la última encuesta de Invamer Poll, el 61.5% de las personas cree que Colombia está muy cerca de volver a la violencia vivida en el pasado. Personalmente no creo que estemos cerca, sino que la guerra que vivimos, a nivel rural y urbano, es total y a todo nivel. El aumento de combates entre grupos armados, los episodios de violencia extrema y los ataques contra civiles y miembros de la Fuerza Pública intensifica el debate; debate que no ha servido de nada porque las “mesas de diálogo” son una payasada y una inversión extrema que jamás ha sido justificada.
Pero nada de esto le preocupa al psicópata y genocida gobernante; por el contrario, aplaude y patrocina el accionar de los criminales de distintos grupos narco terroristas, porque solo en el curso de la semana anterior, fueron atacadas varias poblaciones, sin respetar la población civil ni los adornos navideños, donde aún no se conoce el número de víctimas.
La fuerza pública llegó a las cinco horas, a pesar de la cercanía a la zona afectada y la disculpa del ministro de Defensa, ilógica y estúpida, fue afirmar que los terroristas habían bloqueado las vías de acceso al lugar. Cabe preguntar: ¿Y los helicópteros? ¿Solo se utilizan para llevar a Rancia Márquez a la tienda a comprar el pan?… ¿El ejército nacional y la policía no puede recurrir a los drones para atacar a estos delincuentes?
Todo esto sucede en un país sin gobernantes honestos, con vocación de servicio, sin la más mínima preocupación por el pueblo que supuestamente lo eligió… Colombia arde, la guerra es visible, las masacres son el menú diario, pero mientras eso sucede, Petro mantiene su atención en cazar rencillas internacionales, apoyando de paso a sus secuaces, a dictadores como Nicolás Maduro y otros más.
Si hablamos de menores reclutados, adoctrinados y sometidos, el número de menores víctimas de reclutamiento forzado, supera la cifra de 2949 víctimas.
Las cifras entregadas por la Fiscalía General de la Nación, en respuesta a un derecho de petición, son profundamente dolorosas, porque el 2024 fue el año con mayor número de denuncias de reclutamiento forzado en el país. El año pasado la entidad recibió 604 denuncias de menores de edad reclutados, superando en 43,2% el promedio de este periodo. En el 2023, se registraron 490 casos, es decir, que la cifra creció un 23,3%.
¿Y para qué hablamos de pobreza? La mayoría de colombianos van de mal en peor; desde el primer momento empezó su macabra labor, fomentando el desempleo, acabando con el petróleo, el gas, la educación, la salud y todo lo que se le atravesara. Se acabó el ICETX y el Fondo Nacional del Ahorro; se incrementaron excesivamente los valores de la educación a todo nivel –primaria, secundaria y universitaria–. ¿De dónde acá, el aspirante a ingresar a una universidad pública debe pagar un costoso pin?
Dijo el tarado, que el incremento en el valor de la gasolina solo perjudicaría a los ricos, queriendo hacernos creer que los precios de la canasta familiar no se alterarían de inmediato.
Cualquiera que crea o piense que en Colombia hay un buen servicio de salud, o es mamerto o pertenece al grupo de los secuaces del capo de la mafia transnacional comunista/socialista del país. Y el que diga que no es un genocida un monstruo que lleva a los pacientes a morir en las puertas de los hospitales, también vive en otro planeta o “empepado”.
Las reformas tributarias son criminales e innecesarias porque Colombia es un país inmensamente rico, pero el psicópata genocida ha venido apoderándose de los recursos para su beneficio a través de viajes al exterior innecesarios, no solo de él sino de muchos de sus secuaces.
La última “perla” –o el más reciente atentado criminal, es querer imponernos una reforma tributaria disfrazada de “emergencia económica”, cuando la verdad es que el psicópata genocida ha dilapidado el dinero. Con dineros públicos paga conciertos para entretener a los mamertos y llenar tarimas para hablar babosadas; con dineros públicos se paga el transporte, la alimentación, los “honorarios” de los indígenas vagos que convoca a sus marchas; con dineros públicos se les paga a los vándalos de la primera línea; con dineros públicos se pagan los “funcionarios” del ministerio de la igualdad y los zánganos de la JEP, dos bodrios anticonstitucionales y obsoletos.
Por todo lo anterior, Colombia es un país quebrado, mientras él y sus secuaces, viven en la opulencia y buscando más dinero para pagarle la campaña a otro engendro del mal, el piojoso y greñudo Iván Cepeda, hijo de guerrillero terrorista y capo de las farc desde el Congreso.
Colombia debe despertar; la trampa está lista para seguir en el poder. Los colombianos no podemos confiar en la “transparencia” de movimientos o partidos de izquierda, porque entre otras cosas, Petro y sus secuaces no pueden hablar de Democracia ni de paz. Si seguimos creyendo en sus cuentos y en la publicidad engañosa que también nos cuesta a los colombianos, seguiremos rumbo al abismo.
* Luis Hernando Granada C., Periodista, Publicista con más de 50 años de experiencia. Ex subdirector de la Revista El Congreso, ex Director y colaborador de varios medios de comunicación escritos, impresos y digitales. Autor de la Novela “El Imperio del terror” y de los libros “¿Y cómo es la vuelta?” y “La gran farsa de la izquierda” y Gestor Cultural del Tolima.
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