Escribe: Saúl Hernández Bolívar*.-
¿De verdad un señor como Petro puede ser presidente de un país? ¿Un ‘economista’ anumérico (que no entiende cifras o que las acomoda de acuerdo a su criterio y beneficio)?
La juez Heredia, tres exámenes perdidos; la vicecanciller Guerrero, una bachiller con título profesional; Petro, un economista que no sabe manejar cifras; el pobre, un sujeto que no usa gasolina.
Ya sabemos que Colombia es un país que hierve; aquí pasa de todo y abundan las noticias y los escándalos. Pero la semana que pasó fue particularmente frenética en noticias de primera página y hay varios sucesos que no podemos pasar por alto.
Para empezar, una investigación del diario digital El Expediente, vino a destapar que la ‘jueza’ Sandra Heredia, la que condenó mañosamente a Álvaro Uribe, no tiene la preparación académica suficiente para ser juez de la República. Esta señora ha perdido tres veces el examen de conocimiento para entrar a la carrera judicial y está nombrada solo en provisionalidad. Jamás debió ser designada para dirigir el juicio más importante de las últimas décadas en el país. Sin duda, no es más que una títere movida por manos siniestras que se ocultan tras bambalinas. Un fallo ilegítimo que debe subsanar el Tribunal Superior de Bogotá.
Pero es que esto es connatural a este gobierno. Ahora resulta que en una administración que está llena de cafres pretenden nombrar cómo viceministra de la Juventud, con un salario de 15 millones mensuales, a Juliana Guerrero, una muchachita que tan solo es bachiller y que en cuestión de días pasó a ‘certificar’ un grado inexistente en Contaduría Pública. No ha presentado la prueba del Estado llamada Saber Pro, la cual es obligatoria cuando se está terminando una carrera, ni tiene experiencia alguna para el cargo. Esta mujer, cercana a Petro y Benedetti, ya había protagonizado un escándalo por hacer vuelos en aeronaves de la Policía a un costo exorbitante para nuestros bolsillos. Es el Estado convertido en una finca.
¿Y qué tal los desvaríos del presidente Petro? Con tal de justificar la nueva reforma tributaria con la que quiere ahorcar a más colombianos, este señor es capaz de salir con brutalidades como esa de que ‘el pobre casi no usa gasolina, el que más la usa es el (rico) de las cuatro puertas’. Un argumento fantasioso con el que pretende asegurar que su reforma no afectará a los pobres, pero cuyas falacias saltan a la vista: subir el costo del combustible afecta el costo del transporte de personas y mercancías; es decir, suben los pasajes de bus, afectando más a los pobres que a los ricos que andan en sus ‘cuatro puertas’, y suben los fletes del transporte de comida a las ciudades, incrementando la canasta familiar.
Adicionalmente, hay 13 millones de motos, en su mayoría de gente trabajadora de estratos bajos; no son Harley-Davidson que el señor de la ‘cuatro puertas’ usa para pasear el domingo. Ni tragan lo mismo que el Ferrari de Maluma. También, como se ha mostrado en las redes sociales, la gasolina es usada por los pobres en muchas de sus labores agrícolas para hacer funcionar la guadañadora, la motosierra, la motobomba, la planta eléctrica y, en algunos casos, equipos mayores como el tractor o la cosechadora, que son vitales para la producción agrícola.
Es que este presidente salió con unas cuentas tan demenciales que toca dudar que en verdad sea economista, como nos ha hecho creer cuando, de tumbo en tumbo, demuestra una ignorancia de salón que provoca hilaridad por blandir un lapicito, mientras revuelve toda clase de ideas y conceptos que no domina, adquiriendo aires de cretino y no del erudito que cree ser.
¿Qué tal eso de que por el stand de Colombia en Osaka han pasado “1.300.000 millones de personas” o que en el stand se han vendido más de “10 millones de toneladas de lechona”?. Mejor dicho, hemos vendido 20.000 millones de porciones de media libra con las que los 120 millones de japoneses llevan más de 55 días comiendo lechona en los tres golpes. Mañana, tarde y noche.
Toda una proeza, eso no lo hace ni McDonalds. De ahí saldrían unas ganancias de por lo menos 100 billones de pesos que harían innecesaria la reforma tributaria. Pero, fuera de chiste, ¿de verdad un señor como este puede ser presidente de un país? ¿Un ‘economista’ anumérico (que no entiende cifras)? ¿Cómo caímos tan bajo?
Y lo peor es que se da ínfulas de dictador y hasta se atreve a decirles a unos alcaldes que no pueden ir a Washington a pedirles a los gringos que no descertifiquen a Colombia por su fracaso en la lucha contra el narcotráfico.
Por fortuna, en su afán de creerse el Rey Sol, Petro sufrió una gran derrota en el Senado, que se negó a elegir su candidata a magistrada de la Corte Constitucional por un amplio margen de 62 a 41. Ya las mayorías no le caminan porque saben que el electorado castigará al petrismo en las elecciones que se avecinan. Faltan 333 días.
* Saúl Hernández Bolívar, Comunicador social con veinte años como columnista de opinión en diversos medios colombianos y extranjeros.
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Por donde quiera que haya pasado la izquierda con sus caretas de comunismo, socialismo, progresismo, etc. lo único que han dejado es miseria y muerte. Luis Hernando Granada, el autor de la obra, realizó una investigación que data desde el siglo XVII y hasta nuestros días, con datos inverosímiles y crueles
