Escribe: Luis Márquez*.-
Desde el punto de vista de la doctrina bolivariana, la cual se enfoca en la guerra prolongada de Mao, es decir, una guerra de guerrillas que transcurre durante muchos años, los IGLA-S serían el arma perfecta para que los combatientes puedan ganar el dominio de la zona donde operarían. (X)
El IGLA-S completaría el apresto operacional y autonomía de las unidades de la FANB, ante un escenario de invasión, que como consecuencia traería la pérdida del dominio político del país, la territorialidad de la capital y eje de poder.
En las últimas semanas, la escalada militar en el mar Caribe ha generado polémica en lo que respecta a la política y estabilidad del continente. Por lo cual, las alertas de una posible intervención militar en Venezuela han movilizado distintos medios de defensa por parte de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) al servicio de la dictadura de Nicolás Maduro.
Durante 2006, ante el bloqueo sobre la venta de armamento de tecnología OTAN, como consecuencia, el régimen de Hugo Chávez recurrió a la compra de equipamiento ruso y, años después, a material de origen chino, con el objetivo de rediseñar las Fuerzas Armadas. A su vez, el cambio de doctrina y la asesoría cubana enfocarían la inversión en el nuevo material, conforme el plan de defensa ante diversos escenarios.
De esta forma, la defensa antiaérea se compone de diferentes equipos, que al mismo tiempo funcionan como una cobertura en serie y, además, consiste en la implementación de barreras que actúan de manera escalonada, para evitar la incursión de aeronaves, misiles de crucero, drones y otros medios modernos de ataque aéreo.
Por este motivo, la defensa antiaérea venezolana está integrada por los siguientes equipos: iniciando con la primera barrera, que se encarga de interceptar los objetivos a largo alcance, específicamente los S-300, los cuales tienen un radio de acción de 200 km y 250 km. Del mismo modo, estos funcionan para el derribo de misiles de crucero como el BGM 109 Tomahawk, utilizado por buques militares estadounidense.
Seguidamente, como segundo anillo de defensa antiaérea, tenemos los Buk M2E, cuyo propósito es la intercepción a mediano alcance, como refuerzo del sistema S-300. Este tiene un rango operativo efectivo de 45 km; a su vez, es un sistema autopropulsado, es decir, está integrado a un vehículo para su fácil movilidad.
Simultáneamente, como tercer medio de defensa, se ubica el Sistema S-125 Pechora, destinado al mediano y corto alcance, que al mismo tiempo abarca la distancia efectiva de ataque de 35 km y, del mismo modo, completa la barrera antiaérea de misiles no portátiles.
Por último y cuarta línea de defensa están los cañones antiaéreos ZU-23, que son transportados por remolque, y se utilizan en una posición fija. Estos tienen un alcance de 2 km, y lideran la línea de defensa a corta distancia, y en algunos casos, funcionan como apoyo de infantería.
Sumado a la protección de corto alcance ZU-23, tenemos a los IGLA-S, los cuales se clasifican en la categoría de Man-Portable Air Defense Systems (MANPADS). Estos poseen un alcance de 6 km, teniendo la particularidad de no necesitar una posición fija. De manera distinta a los otros equipos, no requieren de almacenamiento con infraestructura especializada para su mantenimiento.
Cabe destacar que los MANPADS fueron originalmente un sistema creado por los Estados Unidos durante la guerra afgano-soviética, cuyo rol era poder dar capacidad a las guerrillas muyahidín para derribar aviones y helicópteros de ataque. La adquisición de este sistema trajo como consecuencia la victoria de los afganos sobre Rusia en 1989.
Finalmente, para completar la defensa, no podemos pasar por alto la variedad de radares de fabricación china de la familia JY, JYL, adquiridos en los últimos años por Venezuela. Si bien no se conectan técnicamente con los equipos de origen ruso, constituyen una parte fundamental en el sistema de defensa aérea y, al mismo tiempo, de alerta temprana de aeronaves enemigas.
Sin embargo, en la actualidad muchos de estos sistemas pueden no estar operativos, por ende, al enfocarnos en los sistemas de largo y mediano alcance, estos cumplen una función disuasoria ante conflictos con países vecinos o rebeliones internas. Por tanto, el verdadero peligro ante una invasión de Estados Unidos se concentra en los IGLA-S.
Desde el punto de vista de la doctrina bolivariana, la cual se enfoca en la guerra prolongada de Mao, es decir, una guerra de guerrillas que transcurre durante muchos años, los IGLA-S serían el arma perfecta para que los combatientes puedan ganar el dominio de la zona donde operarían. Por consiguiente, el IGLA-S completaría el apresto operacional y autonomía de las unidades de la FANB, ante un escenario de invasión, que como consecuencia traería la pérdida del dominio político del país, la territorialidad de la capital y eje de poder.
* Luis Márquez, abogado graduado en la Universidad de los Andes (Venezuela); diplomado en Gestión de Inteligencia Estratégica (OSINT), Universidad Tecnológica Nacional (Argentina); Estudiante de Seguridad Ciudadana y Aduana, Universidad Tecnológica Nacional (Argentina).
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