Escribe: Gabriela Moreno*.-
Fracaso de Jeannette Jara en el balotaje obligará a un cónclave de aliados en enero. A la izquierda en Chile le esperan días amargos. Además de digerir la derrota de la comunista Jeannette Jara en las elecciones presidenciales –la peor del sector en las últimas dos décadas– esta facción quedó sin agenda ni propuestas a corto y largo plazo, luego de que el gobierno de Gabriel Boric no consiguiera que el país se convirtiera en “la tumba del neoliberalismo”.
Chile tomó otro rumbo que deja a la izquierda débil con la desaparición de la dicotomía entre dictadura y democracia.
Las toldas están replegadas, casi mudas, después de la victoria del republicano José Antonio Kast en el balotaje del pasado domingo 14 de diciembre. Las reuniones previstas quedaron en papel. El shock por la caída de su ficha impidió mantener a la nación austral en el mapa del progresismo en Latinoamérica constituido por nueve países, entre ellos, Uruguay, Brasil y Colombia.
La época electoralmente poderosa que disfrutó llegó a su fin. Ese apoyo que recibió de la ciudadanía a lo largo de 15 años, entre 1990 y 2005, al insistir en una derecha vinculada a Augusto Pinochet, supuestamente renuente a la transición a la democracia en el plebiscito de 1988, es hoy un recuerdo que luce irrepetible.
Sin continuidad e impopular
El éxito del discurso de víctimas y victimarios caducó. Saborear el triunfo de la continuidad es un gusto que también parece imposible de revivir y sólo es viable al citar los dos mandatos de Michelle Bachelet entre 2009 y 2017. El sector necesita iniciar de manera, casi inevitable, una “reflexión profunda” asegura el analista Patricio Navia, en su columna de El Líbero.Esa introspección será áspera porque implicará identificar las múltiples causas que condujeron a una derrota e incluso reconocer que el proyecto fundacional del octubrismo de 2019 quedó en cenizas.
Comenzar con la mirada hacia adentro no parece fácil. Navia vaticina que “es muy probable que el proceso sea doloroso y traumático” tras sostener que el sector no sólo perdió el rumbo sino también recayó en posiciones minoritarias e impopulares.
La alianza del Frente Amplio con el Partido Comunista dilapidó a la izquierda en Chile debido a la lucha entre el lado tradicional y la fundacional que emergió del estallido social de 2019. La falta de acuerdo entre ambas alas menguó el proyecto de “Concertación”.
El presidente saliente, Gabriel Boric, asume su cuota en el pastel. Ya enfrentó de forma personal el resultado de los comicios en un encuentro con las directivas de los partidos aliados. Tiene claro que sobre su figura y la gestión de su gobierno recae el peso de la derrota luego del balotaje convertirse, finalmente, en un plebiscito de su administración.
Críticas por todos lados
De sus mismas filas emergen las críticas por todos lados. En las redes sociales, el senador socialista Fidel Espinoza le endosa responsabilidad a la coalición de Boric. Sostiene que la “superioridad moral” del Frente Amplio que lidera y el constante rechazo a apoyar leyes de seguridad impidieron la victoria de Jara.
La voz de Hugo Gutiérrez, excandidato del Partido Comunista al Senado lo apunta sin ningún disimulo. “Estamos presenciando el legado de Boric” vociferó en sus redes sociales.
Otros en un intento de equilibrio, como el diputado del Partido por la Democracia, Raúl Soto reconoce que “no hay ningún líder hoy día. Creo que todos son o somos parte de un fracaso y por lo tanto nadie puede atribuirse ningún liderazgo”. Con un ánimo menos turbulento estiman sentarse en enero todas las organizaciones. Ahí el cara a cara será inevitable.
Cuatro años para volver
A la izquierda le sobra tiempo para revisar su devenir, considerando que el republicano José Antonio Kast llevará las riendas del país hasta marzo de 2030. La esperanza más inmediata del oficialismo es que el proyecto de derecha fracase para capitalizar el descontento de los chilenos en los comicios generales de ese año.
Sin embargo, la pretensión de recuperar espacios de poder con el voto castigo que se genere en cuatro años resulta un plan ingenuo, cuando las últimas tendencias de los electores revelan un interés por la oposición anti-élite y pro-mercado que ofrecen dirigentes como Franco Parisi, líder del Partido de la Gente. Promover un cambio de modelo dejó de conquistar respaldos. La derrota de Jara lo demuestra.
* Gabriela Moreno, Periodista venezolana residenciada en Chile. Egresada de la Universidad del Zulia. Experiencia como editora y productora de contenidos para medios impresos y digitales con énfasis en las fuentes de política e internacional.
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