Escribe: Luis Hernando Granada C.*.-
Armero, un municipio del Tolima, pujante, agrícola y ganadero, por culpa de un genocida que actuaba como presidente, fue borrada de la faz de la tierra. Arriba, una foto para el recuerdo; abajo, la realidad del desastre.
Mi cuarto libro “Asesinos en serie” –actualmente en proceso–, lo inicié con la siguiente cita: “No es solo asesino aquel que acaba con la vida de otro ser con un cuchillo, un disparo de arma de fuego o cualquier tipo de arma u objeto contundente. Es asesino igualmente, el que lleva al suicidio a otra persona, el que impone situaciones degradantes que conduzcan a la muerte, o las mulas y comerciantes del narcotráfico que comercian con sustancias asesinas. Todos ellos son asesinos; algunos trabajan o actúan en solitario, mientras otros se satisfacen en actuar o delinquir en masa; ellos forman parte del tema de mi esta obra: Asesinos en serie”.
Por estos días, Colombia conmemoró dos fechas trágicas; la primera, el asalto criminal al Palacio de Justicia, a cargo del movimiento mafioso y criminal M-19 y la avalancha de Armero, cuyo número de víctimas superó la cifra de los 25.000 muertos y más de 5.000 entre desaparecidos y heridos, sin contar las pérdidas materiales y la sevicia con que el mismo gobierno, borró del mapa de Colombia, la población afectada..
El presidente de la época era Belisario Betancur Cuartas, supuestamente conservador pero con sesgo comunista, que falleció en diciembre 07 de 2018 y que según informaciones, tuvo conocimiento, no solo del asalto que iba a perpetrar el M-19 al Palacio de Justicia, sino que además, tuvo informaciones anticipadas sobre lo que podía ocurrir en la próspera y recordada población de Armero en el Tolima.
Con referencia a la toma del Palacio de Justicia, Belisario Betancur tuvo conocimiento que iban a asaltar el edificio, en medio de un plan siniestro orquestado por el movimiento criminal M-19 con orden, complicidad y financiamiento del narcotraficante y terrorista Pablo Escobar. Y todo lo sabía Belisario, pero como psicópata y genocida, no hizo absolutamente nada para evitar el asalto, e incluso, ya tomado el Palacio por los asesinos del M-19 ignoró las llamadas de auxilio de los representantes del poder judicial y demás personas que se encontraban secuestrados y amenazados por el grupo sedicioso.
Lo cierto, lo que se ha conocido con el paso del tiempo, es que no se tomaron medidas preventivas, sino que, por el contrario, se redujo y se cambió la vigilancia y se ordenaron otras acciones que le allanaban el camino a los terroristas del M-19 para realizar su siniestro plan.
Con referencia a Armero, esta fue otra “tragedia anunciada” de gran repercusión mundial por las pérdidas materiales y humanas que se dieron, a pesar que desde febrero del mismo 1985 se tenía conocimiento del “posible” desastre natural que causaría la erupción Nevado del Ruiz.
Obviamente, todo lo que sucede en el mundo tiene no solo un origen si no, además, un culpable, y frente a estas dos tragedias, catalogadas hoy como genocidios, el principal culpable fue Belisario Betancur Cuartas.
El problema y lo más doloroso, es que en Colombia no pasa nada; las víctimas siguen “reclamando” y clamando justicia, pidiendo “reparación”, pero todo queda en el olvido, todo se soluciona con promesas vanas, con investigaciones archivadas.
Caben entonces varias preguntas: ¿Qué ha pasado con la investigación del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán por parte de la izquierda comunista?… ¿En qué va la investigación por la muerte de Álvaro Gómez Hurtado por parte de la misma izquierda comunista?… ¿Por qué a los narcos terroristas del M-19, a cambio de condenarlos, judicializarlos y detenerlos, se les premió con indulto, cargos públicos y hasta curules en el Congreso y puestos en otros cargos oficiales?… ¿En qué va la investigación por el asesinato de Miguel Uribe Turbay?… Nada, ninguno de estos hechos a nivel de investigaciones ha prosperado, porque tal como lo cité en mi libro “La gran farsa de la izquierda”, la izquierda, el comunismo, el socialismo, el progresismo o como se le quiera llamar, tiene la gran habilidad de tapar sus heces.
Hoy en Colombia y desde que Petro llegó al poder, se está realizando un genocidio lento, simulado, pausado pero seguro: los campesinos son despojados de sus tierras, mientras a través de gran despliegue publicitario, con dinero del pueblo, se habla de entrega de tierras, de reformas agrarias, de “bondades” y de “cambios ficticios y nocivos”, contrarios a lo que el pueblo necesita.
La Agencia Nacional de Tierras, sí está entregando tierra, pero no propiamente a los campesinos sino a los mismos guerrilleros y esto lo pude comprobar personalmente en Guarinocito en La Dorada Caldas, en Rionegro Antioquia y el Puerto Boyacá, donde los guerrilleros reciben tierras y ellos, hábilmente las arriendan o las venden sin papeles.
Pero además y siguiendo con el tema del genocidio, y aunque el DANE –Departamento Administrativo Nacional de Embustes–, como entidad del Estado, miente en sus estadísticas para favorecer al gobernante de turno, porque el desempleo no se ha reducido; los jóvenes siguen esperando gratuidad en la educación; la canasta familiar está por encima de las “galaxias” de las que habla el psicópata Petro; la gente se está muriendo, o ante la puerta de los hospitales o en sus propios hogares porque el sistema de salud fue atacado, vulnerado y colapsado por el mismo psicópata… Y así sucesivamente, Petro sigue demostrando sus grandes dotes de criminal y genocida.
Y aun así sigue, cínica y descaradamente haciendo campaña para una reelección o para imponernos un candidato dentro de la misma recua de la mafia transnacional comunista/socialista. Con razón muchos se preguntan: ¿Qué sería menos peligroso, un gobierno de Iván Mordisco o un mordisco de Iván Cepeda?
Estamos rodeados por delincuentes, cínicos, descarados, criminales y psicópatas, y esto me hace recordar a Nerón, el emperador romano que mientras incendiaba la ciudad, tocaba la lira y reía a carcajadas… En Colombia, mientras el pueblo muere de hambre o es asesinado, secuestrado expropiado, Petro compra marchas, conciertos, funcionarios públicos, congresistas, periodistas traidores de la patria, indígenas vagos, vándalos de la primera línea y guerrilleros y narcos terroristas.
Alguna vez se ha preguntado ¿Por qué Petro no ataca de frente a los narcos terroristas o porque nombra a reconocidos mafiosos como “gestores” de paz? Es sencillo; con toda esta plaga, está organizando sus “colectivos petristas” para cometer el fraude electoral del 2026.
* Luis Hernando Granada C., Periodista, Publicista con más de 50 años de experiencia. Ex subdirector de la Revista El Congreso, ex Director y colaborador de varios medios de comunicación escritos, impresos y digitales. Autor de la Novela “El Imperio del terror” y de los libros “¿Y cómo es la vuelta?” y “La gran farsa de la izquierda” y Gestor Cultural del Tolima.
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