Escribe: Luis Márquez*.-
La desinversión y la corrupción en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) han evitado la actualización efectiva de los equipos bélicos, generando la percepción de que el país solo cuenta con armas obsoletas. ¿Es eso cierto? (Archivo)
Ante una hipotética intervención militar de EE.UU., y con base en información de fuentes públicas, la FANB tendría dos posibles escenarios.
La guerra entre Rusia y Ucrania trajo consigo la actualización de las doctrinas y tácticas de la guerra moderna. Por este motivo, al ser uno de los primeros escenarios del siglo XXI de guerra convencional, expone enfáticamente el déficit de equipos y gastos operativos, es decir, la producción de la industria militar es superada por los costos para mantener el frente de guerra.
Como resultado, hemos observado en el campo de batalla ruso-ucraniano diferentes armas, vehículos y equipos que pudiesen considerarse obsoletos, pero la realidad es otra y se resumen en tres elementos: necesidad, simplicidad y funcionamiento.
Por tanto, la importancia de los equipos no depende necesariamente a su modernidad; al contrario, se adaptan al tipo de guerra aplicada a la estrategia, exigencias del campo de batalla y las necesidades individuales de los soldados, sin importar el año de diseño o la razón específica de su creación. Es decir, si el equipo funciona y es útil, aplica al frente.
De manera similar, las fuerzas armadas de otros países como Venezuela han tratado de adaptarse a esta nueva realidad, pero de manera contraria, la desinversión y la corrupción en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) han evitado la actualización efectiva de los equipos bélicos, generando la percepción de que el país solo cuenta con armas obsoletas. Por esta razón, han reactivado, reparado y actualizado locamente equipos de vieja data de origen OTAN, sumando algunas otras armas de excedentes militares adquiridas años atrás, de origen ruso y chino.
Por consiguiente, la FANB opera una variedad de equipos y sistemas de armas tanto de la OTAN como orientales que, de manera similar, pueden ser utilizados para intentar frenar una posible avanzada de Estados Unidos y, al mismo tiempo, para un repliegue táctico con el propósito de luego poder llevar la intervención a un escenario de guerra prolongada, a pesar de que puedan ser obsoletos.
¿Cómo usaría la FANB estás armas?
Ante una hipotética intervención militar de EE.UU., y con base en información de fuentes públicas, la FANB tendría dos posibles escenarios. El primero consiste en frenar las fuerzas de manera convencional, es decir, usando los equipos como aviones cazas, sistema de defensa antiaérea de tierra, embarcaciones pequeñas con capacidad misilística de rápido movimiento que, al mismo tiempo, permitirían el resguardo de tanques, cañones, morteros, vehículos y equipamiento individual de los soldados, como son fusiles, munición, lanzacohetes y misiles portátiles (MANPADS).
Por tal motivo, si la mayoría de estos sistemas se encuentran operativos, es decir, ante la primera ola de ataques por parte de una potencia extranjera, la Aviación Militar Bolivariana (AMB), junto con el Comando de Defensa Aeroespacial Integral (CODAI), de manera limitada, podrían responder por medio de la defensa antiaérea y aeronaves de origen ruso, estadounidense, OTAN y chino-pakistaní.
Iniciamos con primera línea de equipos de defensa antiaérea de tierra –compuesta por equipamiento ruso, como son los S300, BUK M2E, S-125 Pechora, cañones ZU-23 e IGLAS-S– la cual funciona en barreras misilísticas, según el alcance de cada equipo, a su vez, de manera redundante, debido a que parte de estos equipos accionan de manera simultánea en áreas delimitadas.
Asimismo, tomando en cuenta la puesta en funcionamiento de equipos de vieja data como son los cañones de origen italiano Oto Melara L70 del descontinuado sistema Roland 2 de origen OTAN, sumado a los lanzamisiles suecos BRS-70, reactivados en 2022, comprenderían la defensa inicial, ante un bombardeo por parte de las fuerzas estadounidense en el Caribe.
Como segunda línea de defensa, para reforzar el derribo de amenazas, entraría en acción la aviación militar, que activaría los viejos cazas F-16 Block 15, al mismo tiempo, agregando los entrenadores avanzados k8w de origen chino-pakistaní, que de manera simultánea, aumentaría la capacidad de la defensa antiaérea de tierra.
Inmediatamente se pondría en marcha el contrataque hacia los buques militares estadounidenses, integrando a la acción conjunta los componentes de la aviación militar como de la Armada Bolivariana que, a su vez, atacarían simultáneamente utilizando los cazas rusos SU-30 MK2, armados con misiles antibuque Kh-3 como arma principal; al contrataque se sumarían embarcaciones rápidas como las lanchas clase Peykaap III, equipadas con misiles CM-90, copias de los misiles chinos C-704. Del mismo modo, se coordinarían con el ataque las patrulleras rápidas tipo Vosper 37M de origen inglés que, a su vez, estarían artilladas con misiles italianos Otomat mk2.
Simultáneamente, integrando de manera paralela la defensa para frenar un desembarco, la Armada podría contar con lanzamisiles superficie – mar, disparados cerca a las costas que, al mismo tiempo, estarían compuestos por equipos extraídos de las fragatas tipo lupo que, de manera similar, utilizarían los misiles Otomat.
Luego de esta primera ola de avance, los equipos que no sean destruidos, como cazas, embarcaciones rápidas, lanzamisiles, etc., serían escondidos para próximas misiones, es decir, los cazas no derribados utilizarían las autopistas nacionales como aeropuertos provisionales, a su vez, las embarcaciones pequeñas rápidas aprovecharían los deltas de ríos y redes fluviales para su resguardo y su protección operacional.
Igualmente, durante los sucesos de bombardeo por parte de Estados Unidos, las unidades de tierra de todos los componentes de la FANB, en paralelo, resguardarían los equipos necesarios para una tercera línea, para así contener el avance por tierra de la fuerza enemiga; por tanto, los blindados de ruedas para despliegues rápido como los BTR 80 (rusos), Dragón 300 (OTAN) y los anfibios Norinco VN-1 de fabricación china, de manera conjunta, se trasladarían rápidamente a lugares seguros, donde no puedan ser ubicados y destruidos. Cabe destacar que los vehículos anfibios de fabricación china poseen mejor armamento y características que los blindados anfibios estadounidenses.
De manera similar, otros equipos serían movilizados a posiciones de resguardo, como podrían ser los cañones Oto melara M56 de 105mm, de fabricación italiana, que, aunque son cañones de 70 años de diseño, actualmente son utilizados en Ucrania, teniendo un desempeño relevante en combate.
Tomando como base su diseño original, estos cañones fueron fabricados para entornos de relieve montañoso, es decir, pueden ser trasladados por bestias (caballos, mulas y burros) en caminos de tierra de zonas altas con poco acceso. De igual forma, por vehículos de motor pequeño en terrenos llanos. De manera distinta, pueden ser cargados por helicóptero, con la finalidad de ser ubicados a gran altura; al mismo tiempo, se alcanzan a desarmar en alrededor de 10 minutos, haciéndolos eficaces para su traslado y despliegue, agregando las características de ser muy fáciles de ocultar.
Por último, se trasladaría equipo de menor envergadura, pero de igual importancia, como son morteros de 120mm, 81mm y 60mm, y de manera similar, armamento individual como fusiles en todas sus variantes, munición, vehículos multipropósito, transporte, vehículos 4×4, estos a su vez, adaptados para llevar ametralladoras ligeras y pesadas.
Retirada estratégica e inicio de la guerra de resistencia
Una vez posicionados los equipos sobrevivientes, estos serían reubicados en una tercera línea defensiva terrestre, cuya finalidad sería intentar contener el avance de las tropas interventoras. La FANB iniciaría entonces una retirada táctica y operativa hacía una ubicación especial, es decir, se replegarían a una región o zona estratégica, con el fin de garantizar la continuidad del régimen y el sistema bolivariano.
En este caso se aplicarían los planes de división territorial militar de la FANB, conocidos como Regiones de Defensa Integral (REDI) y Zonas de Defensa Integral (ZODI). Por consiguiente, cada REDI y ZODI está diseñada para funcionar de manera autónoma sin necesidad de depender de un mando centralizado; de manera que, si se llegara a perder el poder de la capital administrativa, la REDI, podría seguir operando sin depender del estado mayor central; asimismo, garantizando la continuidad y el dominio efectivo de una parte del territorio. Seguidamente, la FANB movilizaría la logística y personal necesario a la REDI o ZODI, con el fin de completar el apresto operacional en el territorio y, de esta manera, poder enfrentar la presencia militar extranjera.
Por esa razón, el equipamiento individual de cada combatiente consistiría en la ligereza y movilidad, lo que implica que, los combatientes estarían equipados con fusiles de diversos calibres, como 5.56×45 OTAN, 7.62×39 ruso, 7.62×51 OTAN y 7.62x54R ruso; al mismo tiempo, integrarían otro tipo de armamento como lanzagranadas autopropulsadas RPG de fabricación rusa, morteros ligeros de 60mm de fabricación nacional como es el “mortero cazador”, lanzagranadas de 40mm de múltiples orígenes, entre ellos sudafricano, chino y estadounidense.
No podemos dejar pasar por alto los lanzamisiles portátiles de uso antitanque y antiaéreo, como son los IWI MANPADS 2 (de origen israelí de segunda generación, guiados por infrarrojo), adquiridos en los años 80 y recuperados en 2021. A su vez, los IGLAS-S (rusos) y RBS 70 (suecos), antiaéreos que pueden representar una amenaza por su fácil transportabilidad y ocultamiento.
Por último, están los polémicos drones iraníes. Aunque posiblemente estos nunca llegaron a fabricarse de manera masiva, de existir, pueden ser indispensables para una eventual guerra de guerrillas, con la finalidad de destruir tanques enemigos y suplir el déficit de misiles antitanques de la FANB. Es decir, el dron de diseño iraní shahed 131/136 (Zamora V1) está armado con una cabeza explosiva compuesta por una granada autopropulsada del tipo RPG que, del mismo modo, podría ser una amenaza para los blindados estadounidenses.
La realidad: antecedentes y escenarios de intervención
Diferentes escenarios durante el siglo XX y XXI han demostrado que las victorias y las derrotas, tanto en lo político como en lo militar, no son para siempre; en consecuencia, debemos tomar en cuenta escenarios de victorias y fracasos.
Iniciamos por la segunda guerra en Irak en 2003, donde el avance de Estados Unidos aplastó en pocas semanas a las fuerzas de Sadam Huseín. A su vez, numerosos batallones, cuarteles y bases militares fueron abandonados y, para finalizar, estuvo la disolución de la resistencia iraquí años más tarde.
De manera similar, durante el primer mandato de Donald Trump se ordenó el bombardeo a objetivos de las fuerzas sirias, en represalia contra el régimen de Bashar Al Ásad, tras el uso de armamento químico contra fuerzas rebeldes. De manera similar a Venezuela, Siria poseía equipos rusos iguales a los que utiliza la FANB; sin embargo, al iniciar el bombardeo estos sistemas fueron rápidamente sobrepasados, debido a la cantidad de misiles disparados por las embarcaciones. La ofensiva no dio margen de reacción a las fuerzas armadas sirias, las cuales perdieron gran parte de su fuerza aérea y sus sistemas de defensa.
No podemos pasar por alto el ataque a Irán en 2025, donde las defensas iraníes fueron superadas ante la tecnología moderna de Estados Unidos, dejando en evidencia el mito de la superioridad militar iraní y culminando en la destrucción de instalaciones con fines nucleares.
Por otro lado, tenemos algunos antecedentes de fracasos por la subestimación militar. El primero es el intento de captura y extracción de Mohamed Al-Farrah Aidid en 1993, donde fuerzas especiales de Estados Unidos entraron a la capital de Somalia con intención de apresar y extraer a Al-Farrah Aidid, pero la operación terminó en fracaso, a su vez, con varias bajas y dos aeronaves de ala rotatoria abatidas.
Como segundo escenario aparece la retirada estadounidense de Afganistán, es decir, la derrota política-militar frente a las fuerzas talibanes y la etnia pastún, que inicialmente dominaban entre 10% y 15% de territorio rural no estratégico.
Sin embargo, mediante una guerra de desgaste, lograron disputar de 40% a 60% de territorio afgano, trayendo como resultado la derrota del gobierno aliado de Estados Unidos, y posteriormente, la huida del personal militar, administrativo afgano y estadounidense.
Como conclusión, la guerra no es una acción que va en línea recta, es decir, que la misma no se basa únicamente en quien ataca o defiende. Por el contrario, genera una gran variedad de posibilidades y cálculos de probabilidad que podrían afectar el futuro político de Venezuela y la región. No obstante, no podemos dejar pasar por alto que la guerra es la continuación de la política por otros medios, por tanto, podemos deducir que la política y los intereses de otras naciones pueden ser determinantes en la continuidad de una eventual acción bélica, pudiendo incluso oponerse a los interés de la nación venezolana.
* Luis Márquez, Abogado graduado en la Universidad de los Andes (Venezuela); diplomado en Gestión de Inteligencia Estratégica (OSINT), Universidad Tecnológica Nacional (Argentina); Estudiante de Seguridad Ciudadana y Aduana, Universidad Tecnológica Nacional (Argentina).
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