Escribe: Oriana Rivas*.-
Esta estrategia, que mezcla relaciones amorosas y sexuales, es parte de la guerra asimétrica, donde un país utiliza métodos poco convencionales para socavar al enemigo.
“Aparecer, casarse con una víctima, tener hijos con ella y llevar a cabo una operación de recolección de datos durante toda la vida es muy incómodo de pensar, pero es muy común”, declaró un exfuncionario de contrainteligencia a The Times.
El nombre de Christine Fang se hizo famoso en el año 2020 luego de que una investigación de medios estadounidenses revelara su verdadera identidad: era una agente del Ministerio de Seguridad del Estado chino (MSS, por sus siglas en inglés), quien con su carisma, extensa red de contactos y relaciones románticas o sexuales, llegó a las altas esferas de la política para recopilar información de inteligencia. Entre sus víctimas estuvo el representante demócrata Eric Swalwell, a quien ayudó a recaudar fondos para su campaña de 2014.
Funcionarios estadounidenses identificaron las intenciones de Fang luego de varias averiguaciones. Pero la espía abandonó el país inesperadamente a mediados de 2015, cuando la investigación estaba en curso. Esta técnica se conoce como “honey-trap” y sirve a países como Rusia y China para robar secretos a sus enemigos. Aunque parezca ficción, es algo que actualmente ocurre. En algunos casos estas mujeres terminan casándose y teniendo hijos con sus objetivos.
Luego de varios años de aquella historia de Christine Fang, las nuevas víctimas de esta “guerra sexual” pasaron a ser los profesionales de Silicon Valley. James Mulvenon, director de inteligencia de Pamir Consulting, empresa que ofrece evaluaciones de riesgo para compañías estadounidenses que invierten en China, afirmó ser uno de los muchos hombres que han sido blanco de seductoras extranjeras que buscan acceder a secretos tecnológicos estadounidenses.
Casarse y espiar “para toda la vida”
Un exfuncionario de contrainteligencia, mencionado por The Times y quien aconseja a fundadores de Silicon Valley en inversiones extranjeras, afirmó haber investigado recientemente el caso de una “bella” mujer rusa que trabajaba en una empresa aeroespacial y se casó con un colega estadounidense. Descubrió “que había asistido a una academia de modelos a los veinte años, pero que posteriormente asistió a una ‘escuela rusa de poder blando’ antes de desaparecer durante una década y resurgir en Estados Unidos como experta en criptomonedas”.
“Aparecer, casarse con una víctima, tener hijos con ella y llevar a cabo una operación de recolección de datos durante toda la vida es muy incómodo de pensar, pero es muy común”, continuó relatando bajo condición de anonimato.
El medio enmarca estas estrategias, que mezclan relaciones amorosas y sexuales, bajo el concepto de guerra asimétrica, donde un país utiliza métodos poco convencionales para socavar al enemigo. Lo cierto es que se conocen pocos detalles de este tipo de casos. Pero eso no significa que no existan. Por ejemplo, Anna Chapman es una mujer integrante del programa ruso llamado Illegals Program, en el que agentes encubiertos fueron arrestados en EE.UU. en 2010. Ella y otras nueve personas fingían ser ciudadanos estadounidenses comunes e intentaron establecer contactos con académicos, empresarios y legisladores para acceder a información de inteligencia.
Se pierden 600.00illón de dólares al año por espionaje
La Comisión sobre el Robo de Propiedad Intelectual Estadounidense estima que la sustracción de secretos comerciales “cuesta al contribuyente estadounidense hasta 600.000 millones de dólares al año, y China es identificada como la principal fuente de esta pérdida”.
De forma separada, el gigante asiático creó una red de soft power para ejercer influencia fuera de sus fronteras a través de figuras coleccionables o juguetes para niños. Sin mencionar la existencia de iniciativas estatales como el Programa de los Mil Talentos para atraer científicos y otras mentes brillantes de países occidentales hasta China. Mientras tanto, la estrategia del “honey-trap” continúa captando incautos.
* Oriana Rivas, Periodista venezolana radicada en Buenos Aires. Investigación para las fuentes de política y economía. Especialista en plataformas digitales y redes sociales.
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