Escribe: Pedro A. Romero Bueno.-
Un irregular “ejercito” de criminales es el que está destruyendo el país bajo las órdenes y la complicidad de Gustavo Petro, quien ahora quiere imponer una constituyente para seguir en el poder.
El escepticismo, la desconfianza, la falta de fe y de esperanza de millones de colombianos de bien ante los desmanes y el autoritarismo de Gustavo Petro, es cada vez más evidente.
Cada día, el “presidente” sorprende a los colombianos con desmán nuevo, en un claro abuso de poder; tres reformas tributarias, impuestos a granel, complicidad con los criminales, a los cuales ya exhibe y alaba cínica y descaradamente en tarima, cierre de empresas, desfalcos por doquier, viajes sin sentido, secuestros, expropiaciones y falsedad, son el común denominador del psicópata que ostenta el poder.
Todo esto se veía venir, pero muchos empezaron a comerse el cuento del “cambio” creyéndole las mentiras de un “hombre” más falso que una moneda de cuero.
Colombia, desde el mismo momento de su independencia del yugo español, se ha debatido en una cruenta lucha por el poder y el dominio de la ingente riqueza que atesora en el subsuelo, las tierras y sus mares. Esto nos ha llevado a una serie de guerras internas o mal llamadas guerras civiles.
En la alborada de la república, estos conflictos –por darles un nombre–, tenían como protagonistas a los bolivarianos y santanderistas, bandos que dieron origen a los tradicionales partidos Liberal y Conservador (Que dentro de los conflictos recibían apelativos como “cachiporros”, “godos”, “rojos”, “azules” y otros), cuyos adeptos una y otra vez arrasaron el territorio cobrando miles de vidas, sumiendo al país en pobreza, miseria, llanto, desesperación, incertidumbre y muerte, al tiempo que unas pocas familias, unas rojas y otras azules adquirían enormes riquezas y se transferían –mediante el resultado de la guerra–, componendas, compra venta de votos y de conciencias para llegar al llamado solio de Bolívar.
Al término de estos conflictos, muchos de los combatientes, de ambos bandos, quedaban en el campo aun con sus armas de combate y una muy buena escuela guerrerista, mientras sus líderes disfrazando sus intenciones con la dialéctica de la igualdad de clases, la justa repartición de la riqueza y oportunidades y otros cuentos, se refugiaron en el monte y selvas, para desde allí, ir poco a poco apoderándose de la riqueza.
Con el devenir del tiempo se presentaron dos accidentes que marcaron el accionar de estas personas y de la humanidad: Primero, la aparición y auge de las ideas comunistas, socialistas, marxistas, progresistas (llámenlas como quieran) y segundo, el uso indiscriminado de los alucinógenos.
Los antiguos guerreros se aliaron con los inconformes, fracasados e ineptos y tomaron esto para su propio beneficio; lo primero para adoctrinar, lavar cerebros y dominar la conciencia del pueblo con el cuento de la igualdad de clases, la justa repartición de la riqueza, el exterminio de la oligarquía y la “gratuidad” de las necesidades básicas: salud, seguridad, educación y vivienda; lo segundo junto con el secuestro, la extorción, el boleteo y el desalojo de tierras les aseguraba copiosas riquezas para financiar sus mentirosas campañas, la compra del aparato judicial e infiltrar todo el andamiaje del estado: salud, obras, educación, elecciones y en fin todo el aparato estatal.
Hoy se les conoce como izquierda, los mismos que han sabido aprovechar las políticas del estado y se han instruido de la mejor manera, pero no para el bien del pueblo, como ellos pregonan, sino para su propio beneficio, porque su única meta es dominar, en todos los aspectos las vidas, el capital y hasta sus propios peones de brega, a quienes desprecian después de cumplir sus nefastos propósitos.
Se aclara que en Colombia como en todo el mundo, hay desigualdad económica, pero analizando a fondo esto es un mal necesario. Imagínense un mundo donde el cien por ciento de los pobladores fuéramos ricos o caso contrario fuéramos pobres. ¿Qué futuro le esperaría a la humanidad, sabiendo que con este desequilibrio de clases el mundo es como es, es decir, que unos tenemos las ideas de progreso y otros tenemos el capital para financiar estas ideas? Así con equidad es que la humanidad avanza para el logro de un bienestar.
Por eso, no con el ánimo de réditos monetarios o políticos, sino con el afán de informar las triquiñuelas y falacias de la izquierda, sale a luz pública este pequeño pero importante ensayo como una contribución de su autor para lograr la tan anhelada paz y la equidad que hoy Colombia tanto necesita.
Claro está –y como un aporte final–, que esta balanza la desequilibra una pequeña minoría que se aprovecha, mediante la contratación y otros nefastos artilugios para obtener muy buenos beneficios económicos, sociales, de gobierno etc., con el aval que siempre va en detrimento del pueblo, a esto se le conoce como “corrupción”, “vicio” o “norma” que padecen los pueblos y gobiernos tercermundistas tanto de derecha como de izquierda, aunque estos últimos la practican de manera soterrada unas veces y abierta otra como el caso de Venezuela, Nicaragua, Cuba y otros más.
El autor de “La gran farsa de la izquierda” el mismo autor y director de este sitio web–,, investigando y leyendo aquí y allá, hace un recorrido sobre lo nefasta que ha sido la izquierda en el mundo, a la que ha llamado la “mafia transnacional comunista/socialista”, citando muchas de las mentiras, engaños y promesas con que han dominado a los pueblos para apoderarse finalmente de sus riquezas como sucedió en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Chile, Ecuador, Argentina y otros países más cuyos recursos quedan en poder de los líderes de estos grupúsculos, con el único interés de enriquecerse.
Con este ensayo, el autor pretende que el ciudadano de a pie o el joven desorientado, tome conciencia y termine concluyendo que cualquier voto que se le entregue a los candidatos de izquierda, marcaría el rumbo de la pobreza, la miseria, la expropiación, la violación y la muerte de quienes no estén de acuerdo con ellos.
Cabe destacar que, para lograr este ensayo, el autor recurrió a notas periodísticas de grandes analistas políticos nacionales e internacionales, y a los editoriales de su autoría publicados en su página www.visiontolima.com
Por eso, ante el titular de esta nota, “Colombia sí se puede salvar”, la respuesta es positiva porque ya el pueblo está abriendo los ojos; ya muchos saben que las marchas de Petro son pagadas con dinero del pueblo, porque indígenas, vándalos de la primera línea, guerrilleros, funcionarios públicos, sindicalizados y hasta profesores, todos ellos reciben pagos para participar en dichos movimientos, sin olvidar que un gancho efectivo son los conciertos gratis, los “porros” de marihuana y los refrigerios.
La izquierda –también conocida como la mafia transnacional comunista/socialista–, jamás ha hecho nada positivo para los pueblos que invade.
Y eso queda demostrado en el libro “La gran farsa de la izquierda” porque su autor hizo un recorrido desde el siglo XVII para demostrar y sopesar la millonaria cantidad de muertos, terrenos expropiados y vejámenes de todo tipo.
Colombia sí se puede salvar, pero hay que hacerles el quite a todos los candidatos de izquierda; en muchos de estos movimientos hay verdaderos lobos disfrazados de ovejas como el mismo Petro, que fue, ha sido y siempre será un delincuente.
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Por donde quiera que haya pasado la izquierda con sus caretas de comunismo, socialismo, progresismo, etc. lo único que han dejado es miseria y muerte. Luis Hernando Granada, el autor de la obra, realizó una investigación que data desde el siglo XVII y hasta nuestros días, con datos inverosímiles y crueles
