Escribe: Marcelo Duclos*.-
El neocastrismo está dejando en claro que el respeto a la propiedad de quien vaya a invertir está sujeto a las necesidades y caprichos del régimen. (PanAm Post)
Luego de los desastres de la Unión Soviética stalinista, el desastre cubano posrevolucionario y la China antes de Deng, los comunistas aprendieron que necesitan socios capitalistas. Sin embargo, ofrecen negocios de riesgo.
Cada vez que los defensores de Cuba justifican el atraso con un “bloqueo” inexistente (el cual, en realidad, es un lógico embargo) y los chavistas protestan por las sanciones impuestas a Venezuela, están reconociendo algo implícitamente: es necesario el comercio para crear un mínimo estándar de bienestar.
La lección de la imposibilidad total del marxismo la comprendieron todos los burócratas comunistas en el poder. Desde la China de Mao pasando hasta la de Deng, así como también lo hizo el chavismo cuyo discurso del “exprópiese” mutó hacia las importaciones, las cuales le permitieron volver a tener alimentos en las góndolas de los supermercados.
Cuba, por su parte, pasó por todo esto desde 1959 a la fecha. Aunque en un comienzo Ernesto “Che” Guevara aseguró que la isla alcanzaría un desarrollo mayor al de Estados Unidos, mediante la aplicación ortodoxa del marxismo-leninismo anticapitalista, hasta Fidel Castro tuvo que recular en vida aceptando los emprendimientos “mixtos” para incentivar algo de actividad económica en la isla-cárcel.
Ahora, basándonos en este contexto y quienes lo integran, al hablar de los “empresarios” dispuestos a hacer negocios con los regímenes comunistas, es necesario reflejar dos cosas sobre ellos: son, en primer lugar, unos miserables sin principios, así como también unos tomadores de alto riesgo.
Por un lado, la inmoralidad de los hombres de negocios, quienes van con sus capitales a multiplicarlos en sociedad con los burócratas socialistas, es evidente. Ellos saben que, por compartir las ganancias con la casta política establecida, cierran tratos imposibles de hacer para los ciudadanos de a pie, en las circunstancias actuales del país. Mientras esto ocurre, por otra parte, el libre mercado se regula y se prohíbe a los cubanos, a quienes se las condena a vivir de las migajas del régimen. Como si fuera poco, el aprovechamiento de estos “empresarios” también se traduce en sueldos míseros a un personal con un mercado prácticamente inactivo de ofertas que brinden mejores posibilidades.
Sin embargo, estos “empresarios” saben que su rentabilidad y propiedad está siempre sujeta a los caprichos del mafioso de turno, ese dispuesto a abrirles la puerta de sus dominios coercitivos y dictatoriales. En Cuba, donde actualmente se registra una de las usuales crisis económicas, la dictadura prohibió la salida de divisas de las empresas extranjeras habilitadas en la isla. Aunque los encargados de estos negocios se mantienen en el anonimato y así evitar represalias peores, ya reclaman por lo bajo la supuesta “injusticia” a las que se los está sometiendo.
“Estamos en total desacuerdo. No es el dinero del gobierno, sino dinero de las empresas”, se quejó un “empresario” en off ante una agencia internacional de noticias. Por lo pronto, las cuentas “congeladas” solamente estarán habilitadas para movimientos dentro de Cuba.
La única reflexión para aquellos que tienen negocios impúdicos con los dictadores que someten a un pueblo en la pobreza y se asocian a capitalistas puntuales, solo para enriquecerse ellos, sin dejar nada más que un mínimo de bienestar en sus países, es simple: jódanse. ¿Qué esperaban? ¿Que las arbitrariedades impuestas a todos los demás, quienes hasta pagan con la cárcel por pedir elecciones libres, no se aplique a ellos? Pues, ahora, a ellos serán a quienes les sacarán todo. Así aprenden a no hacer pactos con el diablo.
Ahora, el régimen, desesperado por algunas divisas en un momento complicado, también saldrá perjudicado en el mediano plazo por estos “manoteos” al socio privado. Por estas horas, quienes estén en la isla analicen si les conviene salir o quedarse, computando la inversión hecha. Por lo pronto, ya sabrán que asociarse a los déspotas tiene sus riesgos, ya que la confianza está rota.
Así también le están dando una señal clara a los otros capitalistas inmorales que consideran invertir allí. Díaz-Canel y el neocastrismo están dejando en claro que el respeto a la propiedad de quien vaya a invertir está sujeto a las necesidades y caprichos del régimen. Definitivamente, todo lo contrario a la previsibilidad y estabilidad necesaria para el surgimiento de una empresa, así como también para recuperar una inversión en el mediano y largo plazo.
Cuba no debería padecer ninguna de las problemáticas existentes en la isla. Lamentablemente, hasta que el pueblo cubano no se libere por completo de esta dictadura sanguinaria e inmoral, no habrá cambios de fondo. Estos “empresarios”, quienes ahora ven vulnerada su propiedad, en su momento les dieron aire y subsistencia a los desgraciados que ocupan el poder político. Un mínimo de justicia poética en medio del desastre y la injusticia general.
* Marcelo Duclos nació en Buenos Aires en 1981, estudió periodismo en TEA y cursó la maestría de Ciencias Políticas y Economía en Eseade. Excolumnista de opinión invitado de Perfil, Infobae, entre otros medios. Fue productor de POP Radio y encargado de noticias, docente de Estructura Económica Mundial y responsable de comunicación de la F. Naumann entre 2010 y 2022. Aficionado a la gastronomía, el mundo del vino y actualmente estudiante de sommelier. Músico y coleccionista de Queen.
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