Escribe: Jingduan Yang, M.D.–
Dormir bien se encuentra entre las prácticas que puede ayudar a desintoxicar su cerebro. Imagen ilustrativa: (Pixabay/Claudio_Scott)
El cerebro es responsable de todas las funciones humanas de alto nivel, como los pensamientos, los recuerdos, las emociones y diversas actividades corporales. Por lo tanto, necesita mucha energía para funcionar y produce una cantidad considerable de residuos metabólicos. Si estos residuos no se eliminan con prontitud, pueden causar daños en las células nerviosas, lo que podría perjudicar la función cerebral.
El cerebro dispone de un sofisticado mecanismo de auto desintoxicación. Mientras no se altere gravemente, su salud podría mantenerse eficazmente. Este artículo pretende aclarar cómo el cerebro lleva a cabo la auto desintoxicación y presentar cinco maneras de mejorar las capacidades de desintoxicación del cerebro.
Mecanismo de desintoxicación cerebral
Nuestro cerebro tiene una intrincada serie de mecanismos de defensa que trabajan para proteger y mantener nuestra salud neurológica.
1. Sistema linfático cerebral: El carroñero del cerebro
El sistema linfático cerebral es un mecanismo particularmente importante para la desintoxicación del cerebro, ya que funciona como el carroñero del cerebro. Su función principal es eliminar los desechos metabólicos del cerebro a través de la comunicación entre el líquido cefalorraquídeo y los vasos sanguíneos cerebrales.
Este sistema se activa cuando estamos en un estado de sueño profundo, eliminando eficazmente del cerebro desechos metabólicos como las proteínas beta-amiloide y tau, que contribuyen significativamente a la enfermedad de Alzheimer.
Por lo tanto, si usted no duerme lo suficiente, o tiene un sueño de mala calidad, o se acuesta a horas anormalmente tardías, su tiempo de sueño profundo puede verse gravemente reducido, comprometiendo así la capacidad de desintoxicación de su cerebro.
2. Células microgliales: Los guardianes inmunitarios
Las células microgliales son las células inmunitarias residentes del cerebro, comparables a las células autofágicas de otras partes del cuerpo. (La autofagia es un proceso natural de autolimpieza que se produce en todas las células.) Actúan como guardias inmunitarios, patrullando continuamente el cerebro para vigilar su entorno. Cuando detectan neuronas dañadas, proteínas anormales y patógenos extraños, las células microgliales entran en acción para eliminar estas amenazas.
En caso de infección, traumatismo o exposición a sustancias tóxicas, las células microgliales realizan una fagocitosis para eliminar estos patógenos, las neuronas dañadas y las proteínas anormales acumuladas, permitiendo que el cerebro vuelva a la normalidad.
Además, cuando el cerebro se infecta, las células microgliales también liberan factores inflamatorios para destruir bacterias o virus y luego reparar los daños.
Sin embargo, las reacciones excesivas causadas por la inflamación crónica podrían dañar las células nerviosas cerebrales sanas, lo que podría dar lugar a reacciones neuroinflamatorias crónicas. Esta reacción se refleja en diversas enfermedades mentales, como la depresión, la ansiedad y el TDAH, así como en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Por ello, controlar la inflamación crónica es vital para la salud cerebral.
3. Antioxidantes: Defensa contra el estrés oxidativo
Los antioxidantes y las enzimas antioxidantes son una importante línea de defensa del cerebro para eliminar los radicales libres.
El cerebro es un órgano de alto metabolismo. Aunque solo representa el 4% del peso corporal, consume más del 20% de la energía y los nutrientes. En consecuencia, el cerebro utiliza una cantidad significativa de oxígeno, produciendo numerosos radicales libres. Una acumulación de estos radicales libres puede provocar un estrés oxidativo excesivo, dañando la membrana lipídica, las proteínas y el ADN de las células nerviosas, lo que puede provocar la muerte celular.
El cerebro emplea un sistema antioxidante inherente que utiliza diversos antioxidantes para neutralizar los radicales libres y prevenir el daño oxidativo. Los componentes clave de este sistema incluyen:
1. Glutatión: El antioxidante más potente del organismo, reacciona directamente con los radicales libres, convirtiéndolos en sustancias inofensivas.
2. Superóxido Dismutasa (SOD por sus siglas en inglés) Esta enzima transforma los radicales libres dañinos en peróxido de hidrógeno.
3. Catalasa: Descompone aún más el peróxido de hidrógeno en agua y oxígeno, facilitando su eliminación segura del organismo.
La SOD y la catalasa trabajan conjuntamente de forma sinérgica a nivel molecular para garantizar que los radicales libres se neutralicen rápidamente y no causen daños a las células nerviosas.
4. Barrera hematoencefálica: El guardián del cerebro
La barrera hematoencefálica es una capa protectora que impide la entrada de sustancias nocivas en el cerebro y, al mismo tiempo, permite que nutrientes como la glucosa y el oxígeno de la sangre sean absorbidos por el cerebro. Su presencia también ayuda a eliminar algunas toxinas del organismo.
El daño de la barrera hematoencefálica ya sea por toxinas nocivas o por infecciones, puede provocar lesiones nerviosas. Un daño prolongado de esta barrera puede mermar la capacidad del cerebro para eliminar sustancias tóxicas, aumentando el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Por lo tanto, es crucial proteger la barrera hematoencefálica de posibles daños.
5 maneras de proteger eficazmente el cerebro de las toxinas
Mantener una salud cerebral óptima no es solo cuestión de inteligencia. También implica comprender y apoyar los mecanismos naturales de defensa y desintoxicación neurológica del cuerpo a través de elecciones estratégicas de estilo de vida.
1. Mejorar la calidad del sueño
El sueño es fundamental para el correcto funcionamiento del sistema de eliminación de residuos del cerebro. Las investigaciones demuestran que cuanto más profundo sea el sueño, mejor.
Descansar con regularidad es una de las formas de garantizar la calidad del sueño, como conciliar el sueño antes de las 11 de la noche y no utilizar dispositivos electrónicos una hora antes de acostarse para crear un entorno de sueño cómodo para uno mismo.
2. Adoptar una dieta rica en antioxidantes
Seguir una dieta rica en antioxidantes —como verduras, frutas y frutos secos— puede ayudar a combatir los radicales libres y mitigar el estrés oxidativo. En concreto, las vitaminas C y E de las verduras, los ácidos grasos insaturados omega-3 de los frutos secos y los polifenoles de los arándanos son especialmente beneficiosos. Los estudios demuestran que el consumo de arándanos influye positivamente en la inflamación, la función cognitiva y la salud mental, ofreciendo potencialmente una protección adicional contra la enfermedad de Alzheimer.
Además, una terapia antioxidante emergente —la terapia con hidrógeno— puede neutralizar selectivamente los radicales libres. Inhalar gas hidrógeno o beber agua rica en hidrógeno puede ayudar a aliviar el estrés oxidativo o la inflamación crónica.
3. Hacer ejercicio aeróbico
El ejercicio aeróbico activa el sistema linfático del cerebro, mejorando la eficacia de la eliminación de residuos y la función cognitiva. Las investigaciones confirman que tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia benefician significativamente la función cognitiva general y la función ejecutiva.
El ejercicio regular, como la práctica de deportes y el footing, puede aumentar el flujo sanguíneo, llevar oxígeno al cerebro y eliminar los desechos metabólicos.
4. Evite fumar y consumir alcohol en exceso
El tabaquismo, el consumo de alcohol y la exposición a la contaminación atmosférica o a sustancias químicas nocivas pueden dañar la barrera hematoencefálica y las neuronas. Las sustancias tóxicas presentes en el tabaco y el alcohol pueden aumentar la producción de radicales libres y exacerbar el estrés oxidativo en el cerebro, lo que puede acarrear graves consecuencias.
La investigación científica establece una relación entre el tabaquismo y el aumento de los biomarcadores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer, incluidos los niveles elevados de beta-amiloide, el estrés oxidativo excesivo, la neuroinflamación y el deterioro de la neuroprotección en el líquido cefalorraquídeo de los fumadores activos.
5. Reducir el estrés
El estrés mental aumenta los niveles de cortisol en el cerebro e interfiere en su capacidad para eliminar desechos. Además, los estudios realizados demuestran que el aumento de los niveles de cortisol se asocia a un mayor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer.
Puede reducir el estrés mental y mejorar el proceso de autorreparación y desintoxicación del cerebro participando en ejercicios de relajación o practicando la respiración profunda.
Las recomendaciones de mantener una dieta sana, hacer ejercicio aeróbico con regularidad, no fumar ni beber demasiado alcohol y controlar el estrés pueden parecer de sentido común. Pero todas estas medidas obvias para el cuidado de la salud tienen una base científica muy sólida.
Confío en que todo el mundo pueda promover la función de desintoxicación del cerebro adaptando un estilo de vida más activo.
Fuente: The Epoch Times