Escriben: Rory Branker y María Gabriela Lara G.–
La decadencia de los grandes medios de comunicación no es un accidente, sino una consecuencia inevitable de su incapacidad para adaptarse a la era de la personalización y la desconfianza. Foto: Silas Baisch on Unsplash
Hoy nos adentramos en un tema que promete ser más intrigante que la última telenovela: la muerte de los grandes medios de comunicación. Sí, lo han leído bien. Mientras algunos se aferran a sus viejos periódicos como si fueran un salvavidas, nosotros celebramos la llegada de nuevos formatos que desafían las normas establecidas.
La era digital ha traído consigo una revolución informativa que no solo está transformando el cómo consumimos noticias, sino también quiénes las producen. Adiós a los monolitos mediáticos que dictaban lo que debíamos saber. Con plataformas como Substack, la voz de cada uno cuenta, incluso si a veces suena como el incesante parloteo en una tasca concurrida. Pero, ¡hey! Esa es la belleza de la personalización en la información: todos tenemos algo que aportar.
Así que, prepárense para explorar con nosotros cómo estos cambios no solo representan un desafío para los grandes medios, sino también una oportunidad dorada para aquellos que buscan una perspectiva auténtica y directa. ¡Vamos a celebrar esta nueva era juntos!
En un mundo donde los algoritmos son los nuevos oráculos y las opiniones se personalizan como un café a la medida, nos encontramos ante una pregunta inquietante: ¿estamos presenciando el
funeral de los grandes medios de comunicación? La respuesta parece clara, y aunque algunos podrían pensar que se trata de una exageración digna de un melodrama, la realidad es que la decadencia de los medios tradicionales es tan palpable como el olor a café en una oficina de coworking.
La transición hacia el podcasting y plataformas como Substack no es simplemente una moda pasajera; representa un cambio tectónico en la forma en que consumimos información. Los antiguos titanes de la comunicación, esas venerables instituciones que una vez dictaron el flujo de noticias, ahora se ven desbordados por una marea de voces individuales que, aunque a veces pueden parecer el equivalente a “Gary el Wanker” en un bar, poseen una cercanía y autenticidad que los grandes medios han olvidado.
Los críticos de esta evolución suelen señalar que la culpa recae en la corrupción y la posesión ideológica de la prensa tradicional. Y no podemos más que estar de acuerdo: la cobertura de eventos políticos por parte de ciertos medios ha llegado a un punto en que la credibilidad se ha evaporado más rápido que un hielo en un día de verano. Sin embargo, lo que realmente subyace a esta crisis es una verdad económica implacable: el modelo de medios tradicionales ha sido superado por el avance tecnológico. ¿Quién necesita una redacción con un montón de editores cuando podemos tener a un grupo de bloggers apasionados, cada uno con su visión del mundo, en nuestras pantallas?
La verdad no siempre es lo que brilla en la portada; a veces, está escondida en la voz de quien se atreve a contarla. La experiencia del consumidor ha cambiado radicalmente. Hoy en día, cada uno de nosotros es un rey en su propio reino informativo. Ya no estamos limitados a las selecciones curadas por un editor que, por cierto, tiene sus propios prejuicios y limitaciones. En lugar de eso, podemos simplemente pulsar un botón y recibir exactamente lo que queremos, como un menú de un restaurante que nos permite crear el platillo perfecto.
La personalización está en la vanguardia, y los grandes medios se encuentran atrapados en un dilema: ¿cómo competir con la inmediatez y diversidad que ofrece la era digital? Sin embargo, no todo está perdido. La aparición de plataformas como Substack ha ofrecido un respiro fresco en un paisaje mediático sofocante. En “Destacadas”, celebramos esta nueva era de la comunicación, donde las voces individuales pueden resonar sin el filtro pesado de los intereses corporativos.
El futuro nos espera con un menú informativo completamente personalizable, donde cada uno de nosotros puede elegir lo que consume, navegando entre creadores de contenido que hablan su idioma y comparten sus inquietudes. Y mientras los grandes medios continúan luchando por encontrar su lugar en este nuevo orden, nosotros, los innovadores, nos regocijamos ante la posibilidad de un mundo donde la información es auténtica y accesible.
La muerte de los grandes medios de comunicación no es un fin, sino un nuevo comienzo. En este paisaje en transformación, la capacidad de elegir y personalizar nuestra información representa no solo una oportunidad, sino un deber. Debemos ser críticos y exigentes con lo que consumimos, y aplaudir a aquellos que se atrevan a desafiar el statu quo. Así que, la próxima vez que sientas la tentación de abrir ese diario polvoriento o sintonizar ese canal de noticias que se ha vuelto más un espectáculo que un informador, recuerda: en el vasto universo de la información, tienes el poder de decidir.