Escribe: Jorge Ancizar Cabrera Reyes.-
La belleza de la biodiversidad en el Cañón del Combeima, con el fondo del Nevado del Tolima, no tiene comparación.
“Bienvenidos al planeta tierra: un lugar de cielos azules de nitrógeno y océanos de agua líquida, bosques frescos y prados suaves, un mundo donde se oye de modo evidente el murmullo de la vida”. Carl Sagan.
La majestuosidad del paisaje, nos da enseñanzas cada día, para que todos protejamos nuestro entorno, para que su desarrollo sostenible y sustentable resalte la integralidad buscando que el impacto ambiental sea mínimo, en procura del mejoramiento de la calidad de vida en la relación hombre y naturaleza.
Hay que proteger la biodiversidad, para nuestra propia supervivencia; esta reflexión nos anima cada día, para cuidar más nuestra variada biodiversidad y recordar uno de los principios sustantivos de la Declaración de Río, realizada en Brasil en septiembre del año 1992, así: Principio 1. “Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible, tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”.
La biodiversidad es vital porque es una inversión importante como función biológica entre el ambiente y las especies y la interacción de los seres humanos con la naturaleza y la madre tierra.
En la naturaleza observamos lugares mágicos, para disfrutar del canto de las aves y la tranquilidad de las montañas, son territorios para inspirarse como lo indica el Premio Nobel Pablo Neruda: “Si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar el paisaje”.
Para concluir con el poema “Lejos y entre los árboles” del poeta español Gustavo Adolfo Becquer:
“Lejos y entre los árboles
de la intrincada selva,
¿No ves algo que brilla y llora?
Es una estrella.
Ya se la ve más próxima,
como a través de un tul,
de una ermita en el pórtico brillar
Es una luz.
De la carrera rápida
el término está aquí.
Desilusión. No es lámpara ni estrella
la luz que hemos seguido: es un candil.