Escribe: Rory Branker y María Gabriela Lara G.-
Es posible que la dictadura venezolana caiga no por sus crímenes internos, sino por sus alianzas internacionales. Ilustración Original Destacadas
La dictadura de Maduro no caerá solo por su represión interna, sino por sus peligrosas alianzas internacionales, que lo han convertido en un objetivo prioritario para las potencias globales.
La dictadura de Nicolás Maduro, que ha creado una catástrofe humanitaria en su país, podría estar en la cuenta regresiva final. Y no, no será por la presión interna ni por los millones de venezolanos que han huido de la miseria. Será por algo mucho más grande, algo que tiene que ver con Hezbolá, Hamas y la guerra en el Medio Oriente.
Sí, así de complejo es el tablero de ajedrez en el que se juega el futuro de Venezuela. En esta nota analizamos cómo las redes internacionales de Maduro podrían ser su perdición y qué implicaciones tiene esto para la región.
La historia de los regímenes autoritarios está llena de ironías. A menudo, no son sus crímenes contra sus propios ciudadanos los que provocan su caída, sino sus alianzas geopolíticas y sus errores estratégicos. En el caso de Nicolás Maduro, la pregunta que nos hacemos hoy es si su destino será sellado no por la devastación económica ni por la represión brutal que ha impuesto en Venezuela, sino por su larga y peligrosa relación con Hezbolá e Irán. Mientras el Medio Oriente arde en un nuevo ciclo de violencia, la alianza de Maduro con estos actores internacionales podría ser el catalizador que acelere su fin, más que sus propios errores domésticos.
Las dictaduras caen, no solo por sus crímenes internos, sino por las alianzas que forjan en las sombras. Desde los tiempos de Hugo Chávez, Venezuela ha sido un aliado incondicional de Irán y su brazo armado en el Líbano, Hezbolá. Esta alianza se ha mantenido y profundizado bajo el mandato de Maduro, quien fue uno de los arquitectos de la política exterior chavista como ministro de Relaciones Exteriores. Este vínculo no es solo diplomático; es financiero y logístico, con Venezuela facilitando la entrada de terroristas y otorgándoles identidades falsas para que operen en América Latina.
Este entramado, que incluye el tráfico de drogas, la financiación de operaciones terroristas y la provisión de pasaportes falsos, ha convertido a Venezuela en un nodo clave del terrorismo internacional. A pesar de los intentos de Maduro de ocultar estos lazos, la reciente escalada de tensiones en el Medio Oriente ha puesto a Venezuela en la mira de potencias como Israel y Estados Unidos, que buscan desmantelar las redes de apoyo a Hezbolá y Hamas.
La erosión del apoyo interno: el chavismo en declive
Mientras Maduro enfrenta presiones internacionales, en casa la situación es igualmente sombría. El legado de Hugo Chávez, que en su momento representó un proyecto de empoderamiento popular y resistencia al imperialismo, ha perdido casi todo su brillo. Según encuestas recientes, solo el 11% de los venezolanos se identifican como chavistas, un descenso dramático respecto al 62% que apoyó a Chávez en 2006.
Este declive no es solo numérico. El movimiento chavista ha perdido su alma. Lo que una vez fue un proyecto revolucionario ahora se sostiene sobre la base del miedo y la represión. Los que aún apoyan a Maduro lo hacen, en gran medida, por temor a perder sus trabajos o beneficios, o por miedo a ser denunciados y detenidos. El Estado, en lugar de ser un protector de los derechos, se ha convertido en un aparato opresor que vigila y castiga cualquier disidencia.
El desafío estratégico para Estados Unidos e Israel
La caída de Maduro no es solo un tema de derechos humanos o democracia para la comunidad internacional. Para Israel y Estados Unidos, Venezuela es un punto estratégico en la lucha contra el terrorismo global. Maduro no es simplemente un dictador más en América Latina; es un aliado activo de los peores enemigos de Occidente.
Es por eso que, según fuentes de inteligencia, ya hay varios gobiernos que han decidido actuar.
El nombre de Eric Prince, el controvertido fundador de Blackwater, ha salido a la luz como un operador clave en los esfuerzos por derrocar al régimen de Maduro. Prince habría recibido apoyo financiero de al menos dos gobiernos, posiblemente del Medio Oriente, que ven en la caída de Maduro una oportunidad para asestar un golpe a Irán y sus aliados regionales.
La ironía del destino de Maduro
Resulta irónico que, después de años de sufrimiento para el pueblo venezolano, lo que podría sellar el destino de Maduro no sea el colapso económico ni las violaciones a los derechos humanos, sino su alianza con Hezbolá y Hamas. Mientras millones de venezolanos han sido empujados al exilio y otros tantos han sido torturados y reprimidos, es su papel como financista y facilitador del terrorismo internacional lo que ha captado la atención de los actores globales.
Sin embargo, es importante no perder de vista que la caída de Maduro, si llega a ocurrir, no resolverá de inmediato los problemas profundos de Venezuela. El chavismo, aunque en declive, sigue siendo una fuerza con raíces profundas en ciertos sectores de la población. La narrativa de la resistencia al “imperialismo” sigue resonando, especialmente en un país donde la intervención extranjera ha sido un tema histórico recurrente.
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