Escribe: Jorge Ancizar Cabrera Reyes.-
“Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”.
Nelson Mandela, premio Nobel de la Paz, año 1993.
Esta fecha conmemorativa sobre la pobreza global, fue adoptada por la Organización de las Naciones Unidas en el año de 1992.
Hoy que disponernos todos: las autoridades en los variados niveles, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil, etc. con el fin de propiciar mecanismos para lograr la definitiva erradicación de la pobreza, aplicando los principios de solidaridad, justicia social y equidad, para que la colectividad sea más justa e igualitaria y a cada quien se le satisfagan sus standares básicos de calidad de vida, en el logro de eliminar cada vez más el hambre, la miseria y la pobreza.
Sobre el tema de los Derechos Humanos y la Pobreza, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, ha señalado con ahínco, lo siguiente: “A los distintos Estados miembros, es que tienen la responsabilidad y obligación de procurar políticas públicas efectivas para la erradicación de la pobreza y la protección de los derechos humanos, el respeto a la autonomía y la dignidad de las personas en situación de pobreza es un principio rector en el que se basa el informe sobre pobreza y derechos humanos en América de la mencionada Comisión Interamericana de Derechos Humanos… También está presente la Intersectorialidad de la situación de pobreza con otros factores, como raza o grupo étnico, género, discapacidad, orientación sexual, expresión de género…
Los Estados tienen la responsabilidad y obligación de garantizar el acceso a las herramientas necesarias para posibiltar el debate participativo y la construcción colectiva de políticas efectivas para la erradicación de la pobreza”. Así lo establece el primer Objetivo del Desarrollo Sostenible: “Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo”.
Debemos impulsar la inclusión, la igualdad, la equidad, el desarrollo social y sostenible para evitar consecuencias adversas como la discriminación, la pobreza, el hambre y la miseria que nos llevan cada día a más convulsión social de crisis en nuestras instituciones democráticas y en la angustia de la sociedad civil, hay que propender por la no violencia ya que la guerra siempre nos trae destrucción, muerte, desplazamiento forzado e iniquidades sociales.
Las lacras de la pobreza, el hambre y la miseria, con altos indicadores de aumento del índice de desempleo, y la violación de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, de los derechos civiles, políticos y económicos; por ello es vital trabajar por un mundo más incluyente en el respeto a la dignidad humana que garantice la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible en la relación hombre-naturaleza.
Para concluir, la lucha contra la pobreza y su erradicación es un imperativo colectivo y global que busca airadamente superar este fenómeno social en la implementación de políticas que establezcan la generación de empleos y de ingresos.