Escribe: José Gregorio Martínez*.-
Honduras comienza a transitar con Xiomara Castro un peligroso camino que la empuja a convertirse más temprano que tarde en una dictadura con todas las letras.
Xiomara Castro está siguiendo los pasos de Nicolás Maduro con la muy cuestionada decisión de terminar el tratado de extradición con Estados Unidos con la excusa de rechazar la “injerencia” de la embajadora de ese país en su política hacia Venezuela, tras validar el fraude del 28 de julio y enviar a Caracas a los más altos jefes militares a reunirse con el ministro de Defensa chavista, Vladímir Padrino López.
La decisión de la presidente de Honduras, Xiomara Castro, de terminar el tratado de extradición con Estados Unidos por la supuesta “injerencia” de la embajadora de Washington en Tegucigalpa en su política hacia Venezuela, no solo genera preocupación por la medida que únicamente beneficia al narcotráfico en la nación centroamericana sino además evidencia que la dirigente izquierdista empuja a su país a convertirse en la cuarta dictadura de la región.
Si bien la esposa del exmandatario hondureño Manuel Zelaya llegó al poder en 2022 por la vía democrática, tras el fraude electoral cometido por el régimen de Nicolás Maduro en los comicios del 28 de julio en Venezuela –que fracturó a la izquierda latinoamericana en tres bloques– Castro se ubicó en el grupo de las tiranías, que sin totalización, sin actas y sin auditorías felicitó al heredero del chavismo por su supuesta victoria, cuando otros líderes de la izquierda regional como Gustavo Petro de Colombia, Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil y Andrés Manuel López Obrador de México apostaron por la prudencia evitando fijar posición hasta que se presenten evidencias que respalden el resultado, y yendo un paso más allá, Gabriel Boric de Chile, Bernardo Arévalo de Guatemala y Dina Boluarte de Perú denunciaron directamente el robo de la elección.
Xiomara Castro prefirió sumarse a la solidaridad automática de los dictadores de Cuba y Nicaragua, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, respectivamente, lo que la pone al mismo nivel de estos autócratas que, junto con Maduro, conforman el bloque de la izquierda autoritaria. Así, Honduras se encamina a ser la cuarta dictadura del continente. Y por si quedaba alguna duda de su posición, la presidente hondureña envió la semana pasada a su sobrino José Manuel Zelaya Rosales, quien es su secretario de Defensa, a reunirse en Caracas con el ministro de Defensa del régimen chavista, Vladímir Padrino López. Al encuentro en la capital venezolana también asistió el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, Roosevelt Hernández.
Salvoconducto al narcotráfico y solidaridad con las tiranías
Esto fue lo que generó la natural reacción de la embajadora estadounidense en Tegucigalpa, Laura Dogu, quien expresó preocupación y calificó como “bastante sorprendente” que los jefes militares de Honduras se hayan sentado “al lado de un narcotraficante en Venezuela”, pues Padrino López está acusado en EE. UU. de haber usado la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para traficar droga.
Castro está siguiendo los pasos de Maduro al huir hacia adelante con la muy cuestionada decisión de terminar el tratado de extradición con Estados Unidos, que ha permitido entregar a las autoridades de la potencia norteamericana a un centenar de hondureños vinculados con el narcotráfico desde 2014, incluyendo al expresidente Juan Orlando Hernández, condenado en junio en Nueva York a 45 años de prisión. Todo con la frágil excusa de rechazar “la injerencia y el intervencionismo de Estados Unidos”, invocando al igual que su par venezolano “el respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos”, alegatos habituales de la izquierda autoritaria para justificar violaciones a los derechos humanos, represión, persecución y ruptura del hilo constitucional.
Nepotismo, el primer paso hacia el autoritarismo
Con este precedente, Honduras comienza a transitar un peligroso camino que la empuja a convertirse más temprano que tarde en una dictadura con todas las letras. El nepotismo que se evidenció desde el primer día de Xiomara Castro en la Presidencia asomaba una concentración de poder propia de los regímenes totalitarios que terminan secuestrando todas las instituciones para darle aparente legitimidad a un proyecto hegemónico. Así, no solo aparece en el gabinete su sobrino José Manuel Zelaya Rosales como secretario de Defensa, sino también sus hijos Héctor Manuel Zelaya Castro, quien es su secretario privado, y José Manuel Zelaya Castro, que ocupa el cargo de asesor presidencial.
Completan la nómina de la familia Zelaya Castro en el Ejecutivo la directora general de Política Exterior en la Secretaría de Relaciones Exteriores, María Alejandra Zelaya Rosales, sobrina de la presidente, y la asesora ejecutiva de la Comisión Nacional de Vivienda y Asentamientos Humanos de Honduras, Olga Doris Castro, hermana de Xiomara Castro, entre muchos otros que ocupan cargos en el Poder Legislativo, según una investigación del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA).
El apoyo incondicional al fraude de Maduro en Venezuela ha sido la mayor señal que enciende las alarmas en el país centroamericano que, con esta postura se aleja de la defensa de la democracia. Sin embargo, en septiembre del año pasado el entonces vicepresidente de Honduras, Salvador Nasralla, ya advertía en una entrevista exclusiva con PanAm Post que Xiomara Castro quería “instaurar en el país una dictadura”.
* José Gregorio Martínez, Periodista venezolano dedicado a las fuentes de Política y Economía. Editor jefe de PanAm Post. Experiencia previa en medios como NTN24, El Mundo Economía & Negocios, Diario La Verdad y Globovisión.