Escribe: Bernardo Henao Jaramillo*.-
La “paz” solo ha sido un caballito de batalla y una gran fuente de dividendos para los gobiernos de izquierda y los delincuentes. En mi libro “La gran farsa de la izquierda” anuncié que el eln le exigirá a Petro 25 curules en el Congreso y un apoyo económico mundial, a pesar de que jamás dejarán de delinquir. Por eso hay tanta dilación amañada.
Siempre se ha “buscado” hacer la paz con los criminales y nunca se ha logrado, posición que confirma que lo único que desean los facinerosos es seguir en permanente violencia y sacarle partido a la situación.
Petro y el eln
En su Apología de Sócrates, Platón dice lo siguiente: “Estás equivocado, amigo mío, si piensas que un hombre, por pequeño que sea el servicio que puede prestar a los demás, ha de calcular las posibilidades de vivir o de morir que ello suponga, en lugar de tener sólo en cuenta si lo que hace es justo o injusto, si sus actos son dignos de un hombre bueno o de un malvado”.
Esta reflexión resulta apropiada para aplicarla al proyecto de “paz” que adelanta el gobierno con el eln, pues, los antecedentes y el desarrollo del mismo dejan ver que se construye sobre la apariencia, el poder y la mentira, sin un verdadero juicio por parte del eln de sus conductas criminales en contra del pueblo colombiano. Ese contexto, al igual que en otras ocasiones, impedirá la tan anhelada “paz”. No lo logró el camarada Santos, mucho menos ahora Petro.
El eln, fundado en 1964, es simpatizante de la Revolución cubana y de ideología marxista – leninista. Insight Crime señala que en 1980 se volvieron especialistas en secuestros y que tienen fuerte vínculo con el negocio de las drogas. “Los rebeldes que creían que el narcotráfico iba a acabar con el país se han vuelto cada vez más activos en el negocio, desde la protección de grandes organizaciones narcotraficantes, hasta la creación de sus propias redes de distribución”. Además, esa insurgencia bombardeaba los mayores oleoductos, especialmente Caño Limón – Coveñas. En su recorrido criminal cuenta con más de 1.317 atentados, que han ocasionado pérdidas por más de 73 billones en daños ambientales.
Cobran lo que cínicamente denominan “impuesto a la guerra”. Por todas estas actividades se les ubicó en la denominación de grupo armado organizado (GAO), agregando que de acuerdo con informe de Human Right Watch en 2021 esa guerrilla cometió “crímenes de guerra y otros abusos graves contra la población civil, como asesinatos, desplazamientos forzados y reclutamiento de niños”.
Desde 1991 ese movimiento subversivo aborda procesos de paz. El Preacuerdo del Palacio de Viana con el gobierno de Ernesto Samper, los Acuerdos de Maguncia o de Puerta del Cielo con la sociedad a comienzos del gobierno de Andrés Pastrana, el Acuerdo Base con el gobierno de Álvaro Uribe, la Agenda de Caracas y el Acuerdo de Cese al Fuego Bilateral Temporal y Nacional con el gobierno de Juan Manuel Santos así lo enseñan, pero cada encuentro ha sido un fracaso. Esto debido a su estructura descentralizada, su ideología y el perfil de sus líderes marxistas – leninistas Nicolás Rodríguez Bautista, alias Gabino, Pablo Beltrán y Antonio García. Al día de hoy se sabe que incumplieron el cese al fuego más reciente y que fue un craso error sentarse a negociar en medio del delito.
La mesa de negociaciones se encuentra suspendida y su final se avizora sea el mismo de los otros procesos que se llevaron a cabo durante gobiernos pasados. Siempre se ha “buscado” hacer la paz con estos criminales y nunca se ha logrado, posición que confirma que lo único que desean los facinerosos es seguir en permanente violencia y seguir sacando excelentes dividendos económicos.
Las principales negociaciones que tuvieron lugar fueron:
Las del gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) que se distinguieron por la Paloma de la Paz. Tuvo acercamientos al eln sin ningún resultado.
Posteriormente, durante el gobierno de César Gaviria (1990- 1994) se llevaron a cabo los diálogos de Caracas y de Tlaxcala. Se incluyó tanto a las farc como al eln y aunque hubo avances al final el proceso fracasó.
El gobierno de Ernesto Samper pasó más tiempo defendiéndose de las acusaciones del proceso 8000 que gobernando. Se intentó convocar una Convención Nacional con participación tanto de la sociedad civil como del eln. Las conversaciones se estancaron y no llegaron a nada.
Durante el gobierno de Andrés Pastrana se llevó a cabo el proceso de Maguncia, Alemania. Fracasó debido a la desconfianza de las gentes del eln.
En la era Uribe (2002 – 2010), en aplicación de la política de Seguridad Democrática, se intentó derrotar militarmente a la guerrilla y se estuvo cerca de conseguirlo. Con el tiempo se supo que habían tenido contactos preliminares secretos con el eln que no fructificaron.
El gobierno de Santos, (2010- 2018), después de pactar con las farc intentó los Diálogos Exploratorios con el eln en Quito, en el 2017. Tampoco hubo resultados. Luego, en el gobierno de Iván Duque (2018-2022) ocurrió el gravísimo atentado en la Escuela General Santander, por lo cual, el Presidente Duque dio por terminados los diálogos con el eln.
El turno ahora es para Gustavo Petro quien, siendo candidato, en una entrevista a la revista Semana, el 14 de marzo de 2021, dijo jactanciosamente: “yo lo que te respondería es al contrario, a los tres meses de ser presidente se acaba el eln en Colombia porque se hace la paz”.
Llegó a la presidencia y transcurridos 24 meses de su gestión lo que creía tan fácil se le ha vuelto una pesadilla puesto que cada vez se encuentra más lejos de conseguir una negociación con resultados positivos y lo que es claro para los ciudadanos del común es que ese grupo subversivo lo tiene por completo contra la pared.
No de otra forma se puede entender el comunicado del 13 de agosto de 2024 en el que el eln le exige claridad y transparencia con el país.
El eln además lo requiere para que diga si cumplirá con los acuerdos firmados, sin precisar los temas a que tales se refieren. Por lo dicho por Gustavo Petro en su cuenta de X podemos creer que en la fallida mesa de negociación se había incluido la discusión del modelo económico pretendiendo estos bandidos cambiarlo por un modelo comunista o socialista.
Desde luego, este es un imposible para el gobierno y también que ese punto haga parte de un proceso de Paz. Ni en la Habana se llegó a esos extremos y nunca se puede permitir que un grupo criminal que doblega mediante las armas y al día de hoy tiene arrinconada a la población del Chocó pretenda imponer un modelo fracasado como lo es también su lucha revolucionaria en más de 60 años de conflicto.
* Bernardo Henao Jaramillo, Abogado y presidente de la asociación Únete por Colombia.