Esa mañana calurosamente típica parecía marcar un día más de clase para él y sus compañeros. Lejos estaba de enterarse que redescubriría su talento como escritor.
A su institución educativa, Francisco Hurtado, ubicada en Venadillo, llegaron dos escritores enviados por la Secretaría de Educación departamental, Jhon Faber Lastra y Luís Ángel Cruz de la Organización Cultural y Recreativa, OCR, hablando de la posibilidad de hacer un libro que reuniría los mejores cuentos hechos por los estudiantes, docentes y padres de familia.
Desde el grado Transición a Once, profesores y hasta su mamá, recibieron talleres sobre la construcción de historias. Cuando fue su turno de plasmar en una hoja un cuento corto, con algo de nervios, tomó su lápiz y comenzó a escribir sobre una persona que llega a confesarle al cura del pueblo que ha matado al tiempo.
Las palabras fluían casi mágicamente, como si la historia hubiera estado esperando ser contada. El proceso no fue inmediato, duró cuarenta días, entre asesorías, tachones y correcciones. Al momento de entregarlo sintió emoción; sin embargo, el saber que su escrito sería evaluado por expertos en el tema, no dejaba de generarle ansiedad.
Pasaron semanas hasta que el gran día llegó; todos estaban listos para saber qué cuentos serían merecedores de estar en este libro que, más que historias, reunía vivencias propias de su comunidad.
Escuchar su nombre lo llenó de felicidad y orgullo porque había redescubierto ese amor por la escritura que adquirió desde los 4 años, pero que fue dejando de lado con el paso del tiempo.
No lo podía creer, ¡hasta lanzamiento del libro hubo! Se llamó “Mil vidas antes del olvido” y ahora estaba en sus manos.
La historia de Diego es similar a la de 30 estudiantes más que participaron en este piloto de proyecto educativo, llamado ‘El escritor en las aulas de clase’, con el que se espera acercar a las comunidades educativas a la lecto-escritura y hacer memoria con historias de territorio que más adelante serán leídas por las nuevas generaciones.