Escribe: Gabriela Moreno*.-
“No tengo dudas de que el régimen de Maduro ha intentado cometer un fraude”, dijo el presidente chileno, Gabriel Boric, luego del debate en el Congreso sobre las elecciones en Venezuela. El mandatario izquierdista agregó que su país “no reconoce el triunfo autoproclamado de Maduro” y advirtió que “no se puede confiar en la independencia ni en la imparcialidad de las actuales instituciones en Venezuela”
El presidente de Chile, Gabriel Boric, respondió de manera impecable ante el pedido del Congreso chileno de asumir una posición firme en defensa de la democracia venezolana tras el fraude cometido por Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Dictando cátedra a la comunidad internacional, sobre todo a sus aliados de izquierda Gustavo Petro de Colombia, Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil y Andrés Manuel López Obrador de México, el mandatario chileno no solo se atrevió a hablar directamente de fraude, sino que además advirtió que no se puede confiar en las instituciones venezolanas en manos del régimen y dio ejemplo al hacer a un lado las diferencias políticas para dar prioridad a los principios democráticos.
“No tengo dudas de que el régimen de Maduro ha intentado cometer un fraude, si no, hubiese mostrado las famosas actas, ¿por qué no lo han hecho? Si hubiesen ganado, claramente hubiesen mostrado las actas”, dijo Boric el pasado miércoles 7 de agosto para luego agregar que “Chile no reconoce el triunfo autoproclamado de Maduro. No confiamos además en la independencia ni en la imparcialidad de las actuales instituciones en Venezuela, por lo que hemos planteado como país que no validaremos resultados que no hayan sido verificados por organismos internacionales independientes del régimen”.
De esta manera, el presidente chileno que se reunió con Lula en Santiago para hablar –entre otros temas– sobre la crisis en Venezuela, dejó claro que no se alinea con la posición de Brasil, México y Colombia, que –por ignorancia o complicidad– han apostado por la resolución del conflicto en la “institucionalidad venezolana”. Una crisis creada por un régimen que se ha negado a reconocer la derrota en las presidenciales por una diferencia de cuatro millones de votos y una institucionalidad totalmente parcializada y sin independencia alguna, pues tanto el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, como la presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Caryslia Rodríguez, son chavistas confesos que vienen de las filas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Esto Boric lo sabe y no lo calla.
En cuanto a la exigencia de algunos actores políticos para que reconozca directamente a Edmundo González como presidente electo de Venezuela, Boric fue cauteloso para evitar cometer “el mismo error que se cometió en su momento con Guaidó”, pero fue claro al enfatizar que su país “no reconoce el triunfo autoproclamado de Maduro” por considerar que es producto de un fraude y, por lo tanto, recomienda que los resultados sean verificados por organismos internacionales independientes.
Acalorado debate en el Congreso
Horas antes, el debate en Chile sobre las elecciones en Venezuela subía el tono. En el Congreso, las bancadas de izquierda, centro y derecha enfrentaban sus posiciones tras los resultados de las elecciones del 28 de julio que el régimen de Nicolás Maduro pretende desconocer. La discusión fue un todos contra todos, pero la sensatez primó.
De esa forma quedó la sesión especial en la que los sectores políticos revisarían la posición del gobierno del presidente Gabriel Boric con respecto al proceso comicial venezolano y evaluarían la reacción del chavismo durante y después de la jornada con la asistencia de la ministra de Interior, Carolina Tohá; el canciller, Alberto Van Klaveren; y la vocera del Ejecutivo, la comunista Camila Vallejo.
Ningún esfuerzo de los comunistas en el debate sobre las elecciones en Venezuela impidió aprobar siete de los 11 proyectos de resolución que exigían al mandatario tomar distancia de la “rastrera defensa que el Partido Comunista le entregó al narcodictador Nicolás Maduro”, así lo publica la Cámara en su sitio web. Sostener a esta organización política como parte de la coalición del gobierno pende de un hilo ahora.
Sin medias tintas
“No podemos estar en puntos medios”, señaló el diputado de Renovación Nacional, Diego Schalper. “¿De qué lado de la historia están, de la democracia o de la dictadura?”, preguntó al promedio de 35 parlamentarios en contra de las disposiciones y de los seis que se abstuvieron de votar.
La defensa de los legisladores comunistas chilenos es indignante. Hablan de saboteo. Sin vergüenza alguna, el diputado Boris Barrera, quien viajó a Caracas para “observar” las elecciones, afirma que la jornada cerró con “alta participación” e incluso, “con tranquilidad y en paz”. Con el mismo tono, Barrera llama a esperar y respetar los procedimientos venezolanos en “respeto a su autodeterminación y soberanía”.
La derecha desmonta la versión de la izquierda. En ese sentido, Gustavo Benavente, líder de la Unión Demócrata Independiente (UDI) en el Congreso, recordó que el Partido Comunista chileno es un impulsor del modelo chavista, que representa el nuevo marxista, conserva su afinidad por la violencia, la destrucción, y ese afán totalitario que está en la doctrina de su ADN.
Dimes y diretes
Para la oposición que debate en Santiago sobre las elecciones en Venezuela, el respaldo del Partido Comunista chileno a Maduro es sólo una complicidad a distancia entre los líderes de la organización en Chile y Miraflores. Pero eso contrasta con la posición de los comunistas venezolanos. El Partido Comunista de Venezuela (PCV) atribuye al régimen la ejecución de una “política de terror” luego de su derrota ante el abanderado de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), Edmundo González, aliado de la líder de Vente Venezuela, María Corina Machado.
De hecho, el secretario general del PCV, Oscar Figuera, recalca el despliegue de operaciones psicológicas y de propaganda con el único fin de neutralizar las protestas populares imponiendo que la defensa de la soberanía popular es lo mismo que ser fascista.
El contraste de las versiones entre el Partido Comunista de Chile y el Partido Comunista de Venezuela es enorme. Para la derecha, todo es sólo hipocresía. La izquierda chilena ataca a quienes la critican por respaldar a Maduro. Llaman “traidores” e inmorales a sus adversarios ideológicos. Sueltan que durante la dictadura de Augusto Pinochet practicaron la indiferencia. “¿Con qué moral nos van a dar ejemplos de democracia?”, refuta Barrera. Los ánimos están sobre brasas, pero el presidente Gabriel Boric, haciendo a un lado las diferencias ideológicas, ha sido firme con su posición frente al fraude de Maduro, la represión y la falta de independencia de las instituciones en Venezuela.
* Gabriela Moreno, Periodista venezolana residenciada en Chile. Egresada de la Universidad del Zulia. Experiencia como editora y productora de contenidos para medios impresos y digitales con énfasis en las fuentes de política e internacional.