Escribe: Luis Hernando Granada C.*.-
“¡Déjesela!” –le gritó su madre a Jacinto, el pequeño de 10 años que quiso recuperar la mazorca que el cerdo había tomado hábilmente desde una gran canasta–. Y la madre insistía: –“¡Déjesela, él no la va a soltar!” –. Y efectivamente el cerdo se engulló la mazorca, con tusa y todo.
Eso es exactamente lo mismo que está sucediendo en Venezuela con el fraude electoral de Nicolás Maduro. Pero para entrar en contexto, vale la pena hablar un poco del dictador, de sus orígenes, imposiciones y desmanes como dictador.
Dicen las malas lenguas –que son muchas–, que el dictador nació en Ocaña, Norte de Santander el 23 de noviembre de 1962. Si lo anterior es cierto, –porque dicen que el Registro Civil de Nacimiento desapareció de la Parroquia–, no tendría porqué ser presidente de Venezuela. No aparee tampoco en ninguna parte, registro sobre sus estudios; pero las mismas malas lenguas afirman que fue un “busetero” –un conductor de bus–, que se destacó en la empresa por su mal comportamiento e irresponsabilidad.
Luego se convirtió en “podrítico” y dirigente sindical venezolano, que ejerció como ministro de relaciones exteriores entre 2006 y 2012, como vicepresidente de la república desde el 2012 al 2013 y presidente de Venezuela durante los períodos de 2013-2019 y 2019-2025.
Es miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela, es decir, comunista. En el 2013 fue presidente Interino de la República de Venezuela. Fue además, ministro de relaciones exteriores entre 2006 y 2012, vicepresidente de la república desde 2012 hasta el 2013 y presidente de Venezuela durante los períodos de 2013-2019 y 2019-2025.
Tras unas elecciones polémicas, –como las más recientes–, con acusaciones de fraude electoral y restricciones a la oposición de su política, el 28 de julio de 2024, Nicolás Maduro fue “proclamado” como presidente electo para el período 2025-2031 por el Consejo Nacional Electoral. Pero lo anterior está cubierto por un inmenso manto de dudas, no en vano diversas fuentes y medios lo consideran un dictador.
Durante la enfermedad de Hugo Chávez, Maduro asumió la presidencia de Venezuela. Tras las elecciones de 2012, el mal estado de salud de Chávez le impidió tomar posesión del cargo el 10 de enero, sin embargo, siguió en el cargo hasta su fallecimiento el 5 de marzo de 2013. Al morir Chávez, Maduro asumió la presidencia tres días después. Ante esta situación, personalidades nacionales e internacionales denunciaron que, según lo establecido en el artículo 233 de la Constitución, no debía ser el vicepresidente Maduro quien asumiera el cargo, sino Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. Sin embargo, el 8 de marzo de 2013 la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia lo declara “presidente encargado”. Posteriormente, Maduro fue proclamado presidente de Venezuela tras las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013.
Hay que destacar, que durante los gobiernos de Chávez y Maduro, Venezuela ha enfrentado una grave crisis social, económica y política, aumento de la delincuencia, inflación, pobreza y hambre. A partir de abril de 2014, debido al aumento de la escasez en Venezuela y la disminución de la calidad de vida, se producen protestas en todo el país, provocando un descenso rápido y progresivo en la popularidad de Maduro, pérdida de popularidad que se vio consolidada con la victoria opositora en las elecciones parlamentarias de 2015, y el inicio de un proceso para revocar el mandato de Maduro a través de referéndum, sin resultados debido a que Maduro concentra el poder a través de otros órganos en manos del oficialismo, como el Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Electoral, así como la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Todas estas argucias y apoyos, aparte de los que recibe de otros malandros –miembros de la mafia transnacional comunista/socialista–, enquistados como dictadores en otros países, le permiten a la brava y bajo amenazas de “baños de Sangre” seguir en el poder.
El “fenómeno” radica, en que Maduro, –desde su época de sindicalista–, ya había olfateado la mazorca. Ya sabía que “infiltrándose” en estos colectivos, todo lo que tenía que hacer para concretar sus macabras aspiraciones, era esperar el “chance”, o –en este caso–, la muerte del dictador Hugo Chávez, que le ha servido para seguir adelante con su criminal dictadura.
Por eso no han servido de nada los Acuerdos de Barbados, ni las sanciones de Estados Unidos y otros países, como castigo a la dictadura, ni la voluntad popular de un pueblo agobiado por la desgracia ocasionada por su mal gobierno. ¿Dónde estará o cuándo llegarán las acciones de la Corte Penal Internacional?… ¿Dónde está la solidaridad de los pueblos y las naciones realmente demócratas?
El fraude fue un hecho, porque los comunistas, socialistas o progresistas jamás llegan al poder con argumentos sólidos. Para ellos la mentira es el pedestal en el cual se suben para proclamar su populismo, las mentiras y el engaño con el cual se apoderan de mentes enfermas y débiles que no solo los apoyan, sino que los idolatran.
Hasta el momento en que escribo esta nota –viernes 2 de agosto–, no aparee la solución. Por el contrario, ese “baño de sangre” anunciado por Maduro, se está viendo, al igual que las detenciones de los que protestan porque sueñan con una Venezuela libre.
Y como siempre, ellos –la mafia transnacional comunista/socialista–, tapan sus heces haciéndose pasar por víctimas, mientras siguen delinquiendo, vandalizando, agrediendo al pueblo, saqueando sus riquezas y arrasando con todo. Para ellos, la mazorca siempre estará a su alcance, porque se olvidan que en cualquier momento, al final del camino, por más poder que tengan e impongan, se convertirán en una putrefacta lechona.
Dios proteja a Colombia
Esto que está sucediendo en el hermano país, debe convertirse en una señal de alerta para el pueblo colombiano. Ya Petro –desde los 17 años en que empezó a delinquir–, olió la mazorca; ya Petro, enmermelando al Congreso y conformando su gabinete con solo rufianes, empezó a imponer sus criminales petro-reformas; ya Petro se burla del país por estar demostrando que el “cambio” ofrecido, sería un “cambio” para acabar con el país; ya Petro nos anunció, a través de uno de sus secuaces, que importará gas desde Venezuela y que debemos prepararnos para que este elemento sea cancelado con un reajuste del 30%; ya Petro nos ha anunciado una nueva reforma tributaria superior a los 50 billones de pesos, sin tener en cuenta o queriendo ignorar que ha despilfarrado en viajes, prebendas a los malandros de la guerrilla y a los vándalos de la primera líneas, más de 80 billones de pesos; ya Petro está conformando sus colectivos petristas, acabando con el Ejército y la Policía. No es una coincidencia que ya, más de 23.000 miembros y oficiales de todo rango, no formen parte de las fuerzas del orden; ya Petro, con sus “mesas de diálogo” con los delincuentes, violadores y narco-terroristas, les está cediendo terreno. ¿O también sería o es normal que las masacres en Colombia se hayan aumentado?… ¿O que los campesinos tengan que seguir huyendo, o lo que es peor, que los colombianos tengamos que abandonar el país como lo han hecho más de 8 millones de venezolanos?
En fin, son muchas las agresiones y amenazas de Petro, que aspira, a disfrutar la mazorca engulléndosela sin piedad y con el ánimo de cumplir su compromiso a la mafia transnacional comunista/socialista.
* Luis Hernando Granada C., Periodista y Publicista con más de 50 años de experiencia, Exsubdirector de la Revista El Congreso y colaborador de varios medios impresos y digitales. Autor de la Novela “El Imperio del terror” y de los libros “¿Y cómo es la vuelta?” y “La gran farsa de la izquierda”, Gestor Cultural del Tolima y Director de los sitios www.visiontolima.com y www.literaturaenlinea.com
E-mail: visiontolima@hotmmail.com
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