Escribe: Luis Hernando Granada C.*.-
Ese maldito y criminal demonio que ya no tiene ni cola ni cachos, sino que se viste de frac, que finge ser un humanoide, que habla de Democracia y de paz, que pregona igualdad, mientras hace la guerra y saquea los pueblos, de nuevo se impuso en Venezuela a través de los únicos mecanismos que tienen para lograrlo: la mentira, el odio, el resentimiento, la trampa y las triquiñuelas de todo tipo.
Esto, lo que sucedió en Venezuela se veía venir; esto, sin ser un prestidigitador, ya lo había mencionado en mi libro “La gran farsa de la izquierda”, porque la izquierda, la que maneja a la perfección el crimen, son los mismos que integran la mafia transnacional comunista/socialista, disfrazada a veces de progresistas.
Si repasamos la historia, ningún de los dictadores y criminales más conocidos como Hitler, Mao Tse Tung, Fidel Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y oros dictadores más, entre ellos el mismo Gustavo Petro en Colombia, han podido llegar al poder en franca lid, con argumentos, con una hoja de vida ejemplar y respetable.
El tirano tenía todo planeado; sabía que las encuestas nacionales e internacionales lo daban como perdedor porque ya el pueblo venezolano no aguanta más. Sabía y sabe Maduro, que el pueblo hermano, Venezuela, lo rechaza en un 80% y por eso recurrió a la trampa.
No había duda, el CNE estaba arreglado, comprado, y se preveía un “ataque al sistema”, un “daño” que retrasaría los boletines sobre la votación.
Y reitero, por todos lados todo estaba claro: los enemigos del régimen fueron desapareciendo, secuestrados, exiliados, torturados o asesinados en las mazmorras del régimen; lo mismo sucedió con los periodistas que denunciaban las atrocidades del régimen. Y más claro aun cuando, chinos, rusos, iraníes y hasta el guerrillero Timochenko fueron dizque los “observadores” de la contienda. Es decir, pusieron el ratón a cuidar el queso.
Maduro y sus secuaces elaboró muy “cuidadosamente” la lista de sus invitados; entre ellos estaba el expresidente dominicano Leonel Fernández; el expresidente de Panamá, Martín Torrijos Espino y su par colombiano, Ernesto Samper, otro traidor de Colombia y todos ellos, integrantes del izquierdista Grupo de Puebla.
¿Se podía esperar algo positivo para Venezuela? No; eso era imposible dentro de las triquiñuelas de Maduro. Los veedores, acompañantes e invitados de la oposición venezolana, fueron deportados y obligados a bajar de sus aviones antes de pisar el aeropuerto de Maiquetía.
El Demonio (léase Maduro), tenía que contar con aliados que aplaudieran u omitieran posibles irregularidades. Y así sucedió: Calló a la prensa, encarceló a más de un centenar de opositores, asesinó vilmente a todo aquel que criticaba y censuraba sus acciones, compró magistrados, funcionarios públicos, militares, vándalos y criminales de todo tipo, casi igual o parecido a lo que hizo Petro en Colombia.
Maduro estaba perdido; las masivas manifestaciones de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia fueron contundentes y llenaron de esperanza a un pueblo sometido por el Demonio, porque la victoria hacia la libertad era abrumadora. Pero vino la trampa, el engaño, el crimen que siempre acompaña a los izquierdistas, que carentes de argumentos, usan el camino del mal para concretar sus criminales afrentas.
Y mientras tanto, nuestros hermanos venezolanos lloran su desgracia. Muchos, ilusionados con una derrota de Maduro, se quedaron con sus “chiritos” listos porque querían regresar a su tierra, pero todo se quedó en vanas ilusiones, porque el poder del Demonio es grande y no existe nada que pueda redimir a las víctimas de estos siniestros personajes. Ni la ONU, ni la OEA, ni el Comité Internacional de los Derechos Humanos, ni el Comité Internacional de la Cruz Roja Internacional existen en estos casos.
Por ejemplo, la ONU es una organización internacional fundada en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial por 51 países que se “comprometieron a mantener la paz” y la seguridad internacional, fomentar entre las naciones relaciones de amistad y promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y los Derechos Humanos. ¿Está la ONU cumpliendo con sus preceptos? Jamás.
Por su parte la OEA reúne líderes de las naciones de las Américas para abordar temas y oportunidades de la región, buscando el fomento de la cooperación entre los Estados y el avance en una agenda regional común en materia de “gobernabilidad democrática, derechos humanos, seguridad multidimensional y desarrollo sostenible”, pero tampoco la OEA cumple con la función que se impuso o que pregona a los cuatro vientos.
¿Y qué se puede decir del Comité Internacional de los derechos Humanos? Se supone o así lo manifiestan, que la labor del Comité es promover el disfrute de derechos civiles y políticos, resultando en numerosos cambios en la legislación, políticas y prácticas. Y de este modo, su trabajo debería mejorar las vidas de personas en todas las partes del mundo, pero igualmente, nada de lo enunciado o consignado sirve de algo.
Veamos finalmente lo del Comité Internacional de la Cruz Roja. Es Independiente y neutral, pero dice que prestará ayuda humanitaria a las personas afectadas por los conflictos y la violencia armada, promoviendo la protección de las víctimas de la guerra en el marco de lo establecido en los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales. Tal vez sea la menos obligada a defender a los venezolanos o a los habitantes del planeta en casos como el que nos compete, pero parece que todas estas organizaciones, son como la gran mayoría, grandes bebederos de whisky donde el sufrimiento y el dolor humano poco les importa.
Sentimos un dolor muy grande por Venezuela, pero esto a la vez, es un llamado de atención, un ejemplo a tener en cuenta, porque en Colombia nos gobierna un psicópata de la misma línea, de la misma mafia transnacional comunista/socialista.
* Luis Hernando Granada C., Periodista y Publicista con más de 50 años de experiencia, Exsubdirector de la Revista El Congreso y colaborador de varios medios impresos y digitales. Autor de la Novela “El Imperio del terror” y de los libros “¿Y cómo es la vuelta?” y “La gran farsa de la izquierda”, Gestor Cultural del Tolima y Director de los sitios www.visiontolima.com y www.literaturaenlinea.com
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