Escribe: Andrés Villota Gómez*.-
Marcelo Bielsa, justifica la visión peronista del fútbol argentino para mantenerlo en el siglo pasado. (EFE)
Una minoría no quiere que la libertad avance en el fútbol argentino. Esa minoría es la heredera de los mismos que, el siglo pasado, tuvieron una actitud mezquina que hizo que la Argentina se privara de ganar dos copas mundiales.
Es mejor ser rico que pobre, dijo Antonio Cervantes, “Kid Pambele”, el boxeador colombiano que ganó dos veces el título mundial en la categoría wélter junior. Fue objeto de burlas por los que lo consideraban obvio y recibió insultos de los miembros de la extrema izquierda que veían a un deportista, ídolo nacional, atreviéndose a decir semejante cosa, que dañaba la narrativa de la ultraizquierda que pretende mostrar todo lo contrario, que es mejor ser pobre que rico, para poder controlar y dominar a la sociedad.
Eso lo entendió Juan Domingo Perón y quiso que los futbolistas, mejor, fueran pobres que ricos. Obligó a irse al exilio a los mejores futbolistas argentinos, buscando al Dorado en los equipos colombianos que les pagaban 5.000 dólares americanos mensuales, mientras que el aparato estatal peronista, secundado por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y los sindicatos, les puso un techo a los ingresos de los futbolistas de solo 1.300 dólares americanos mensuales.
Los equipos de fútbol argentino se politizaron para cumplir con el objetivo empobrecedor, creando fuertes lazos de dependencia con las arcas públicas a las que tuvieron acceso, solamente, los equipos de fútbol que tuvieran de presidente del club deportivo a un militante del peronismo, creando ineficiencia programada.
El objetivo de los clubes deportivos, organizados legalmente cómo asociaciones civiles, dejó de ser tener un buen plantel con los mejores jugadores para generar una oferta de espectáculo, que creara una sobre demanda de entradas que hiciera subir el valor a pagar para poder ir a ver jugar buen fútbol y se convirtió, simplemente, en elegir al dirigente más peronista porque su cercanía al régimen, significaba ingresos millonarios al club que podían ser gastados a discreción por tratarse de dineros públicos entregados a fondo perdido.
Los miembros de las asociaciones civiles, mientras tanto, eran entes inútiles cuyo criterio de selección del presidente del club, era el que más consiguiera recursos del Estado, lo otro, la razón de ser del club deportivo, pasó a un segundo plano, lo que le permitía al presidente del club, usar los dineros acorde a sus gustos e intereses personales. El bienestar de los miembros del club, no era una prioridad, jamás lo ha sido.
Totalmente diferente a lo que ocurre en una sociedad anónima, cuyos socios tienen unos derechos políticos, voz y voto en las asambleas de socios, y unos derechos económicos, recibir dividendos proporcionales a la participación en la estructura societaria.
Una sociedad anónima que busque lucrarse, impone el reto a los dirigentes de administrar los recursos de manera eficiente y con el objetivo de hacer sostenible la actividad de la sociedad en el tiempo, vía utilidades, a la vez que tienen que responder y entregar cuentas ante la junta directiva y los diferentes stakeholders.
El director técnico, Marcelo Bielsa, justifica la visión peronista del fútbol argentino para mantenerlo en el siglo pasado, haciéndole el juego a los presidentes de los clubes deportivos y a la AFA.
Bielsa dijo: “Esencialmente el fútbol es propiedad popular. ¿Por qué? Porque los pobres tienen muy poca capacidad de acceso a la felicidad, porque no disponen del dinero para comprarla. Entonces, el fútbol como es gratuito es de origen popular y es una de las pocas cosas que horizontalmente los más pobres mantienen, ya no la tienen más”.
Adelantándose a la iniciativa del señor presidente Javier Milei de habilitar el ingreso de capital privado en los equipos de fútbol, convertidos en sociedades anónimas y simplificar la inscripción de sociedades constituidas en el extranjero para el desarrollo de su actividad en Argentina.
Bielsa sabe que una sociedad anónima que esté obligada a entregar resultados a sus socios, no puede contratar a un director técnico perdedor como él. Los directores técnicos mediocres, no son los únicos preocupados por su incapacidad para generar ingresos con su trabajo.
Se sienten amenazados los presidentes de los clubes que son incompetentes para administrar los recursos del equipo de una manera eficiente, que genere utilidades que retornen a los accionistas del equipo.
Es una amenaza, también, para el microcosmos de proveedores de los equipos de fútbol que podían cobrar cualquier cifra, que no tuviera un asidero en la racionalidad económica, como consecuencia del gasto amoral del presidente del club deportivo.
La empatía ética que debe existir entre los patrocinadores y el equipo de fútbol, hace que, la reciente detención en una cárcel de Miami de Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), los patrocinadores de la Selección Colombia, tomen distancia de Jesurún, que completa casi dos décadas dirigiendo el fútbol colombiano y espera, al parecer, que lo reemplace su hijo, Ramón Jamil. En los estatutos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), se exige a los clubes constituirse como asociaciones civiles sin fines de lucro para competir en las ligas de las distintas categorías. A la AFA no le interesa ese cambio porque en un esquema privado, las asociaciones se tornan innecesarias y se mueven con otras motivaciones que, muchas veces, son contrarias a los intereses de los jugadores y de las sociedades anónimas.
Una minoría no quiere que la libertad avance en el fútbol argentino. Esa minoría es la heredera de los mismos que, el siglo pasado, tuvieron una actitud mezquina que hizo que la Argentina se privara de ganar dos copas mundiales y de tener al mejor equipo del mundo que fue una sociedad anónima que se llamaba Los Millonarios.
* Andrés Villota Gómez,Consultor en temas de inversión responsable y sostenible. Es excorredor de bolsa con más de 20 años de experiencia en el mercado bursátil colombiano.
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